RESET | taekook

12 | Chimera

Milagrosamente, Taehyung y Bogum terminaron todo el papeleo más rápido de lo que habían calculado, incluso antes de la merienda. El peliazul no paraba de darle las gracias a su amigo por haberle ayudado a quedar libre para poder llegar a la cena de aniversario con su novio.

"Por favor" le insistió con un puchero.

Bogum suspiró aún no convencido del todo.

"No lo sé, Tae. No quiero quitarte tiempo y..."

"Por favor" junto las palmas de sus manos, frunció su labio inferior hacía afuera y alzó sus grandes ojos cafés a su amigo. "Por mí"

Cuando Taehyung hacía esa cara, a Bogum le hacía recordar a su cachorro de la infancia que siempre golpeaba la puerta de la entrada de su casa con desesperación pidiendo asilo los días de lluvia intensa.

En realidad, él no quería ir tomar un café con su amigo porque temía enamorarse más de lo que ya estaba. Si ya le era una tortura compartir espacio de trabajo todos los días, salir con él fuera del ámbito laboral sería una pesadilla. No se hallaba seguro de estar preparado para conocer al peliazul sin su porte serio y sin su actitud profesional, verlo más cómodo y relajado.

Porque no quería seguir ilusionándose a sí mismo sabiendo que nunca podría tener a Taehyung.

Cada vez que el chico lo saludaba, que le sonreía, que le dirigía la palabra o siquiera lo miraba, causaba que una parte de su corazón que se marchitara. Ya no tenía las fuerzas necesarias para cargar con todas los sentimientos reprendidos en un rincón de su interior. No quería seguir alimentando los delirios amorosos productos de su imaginación y no podía seguir fomentando la tonta fantasía de que algún día Taehyung lo ame tanto como él lo hacía. Porque esa dicha ya se la había ganado otra persona.

El corazón de la persona que Bogum amaba le pertenecía a Jungkook.

Pero ver a su amigo rogando para que acepte la invitación al café, consciente de que el chico sólo lo hacía como recompensa por haberlo ayudado con el trabajo extra sin doble intenciones de por medio, le hacía débil el corazón. Por eso, contra todo diagnóstico, asintió con la cabeza.

Si iba a ponerle fin a aquella fútil quimera, iba a hacerlo bien.

Taehyung sonrió radiante de la emoción. Tomó el saco de paño marrón y deslizo ambos brazos por las mangas acolchonadas, del mismo perchero agarró la boina pardo y apresó su cabello azul bajo ella; por último se colgó el maletín de cuero al hombro izquierdo. Una vez listo se volteó hacía su amigo con las llaves del auto en una mano y la otra en la correa del bolso.

"¿Vamos?" le preguntó al pelinegro.

Bogum asintió y lo siguió por detrás mientras salían de la oficina.

¿Cuántas veces tenía que engañarse para darse cuenta?

¿Cuántas veces tenía que salir lastimado su corazón antes de percatarse de la cruda realidad?

¿Por qué simplemente no podía decirle que no y terminar todo allí?

Quizás la respuesta residía en el hecho de que Taehyung era el primer hombre que le gustaba.

Park Bogum era, por naturaleza, una persona egoísta consigo misma porque no quería dejar ir a la persona que amaba cuando nunca fue suya, porque se daba la cabeza una y otra vez con la misma pared, porque no podía aceptar la idea de que, incluso en un vasto mundo de posibilidades, Taehyung nunca lo miraría como algo más allá que un simple amigo.

Amigo, que insípida palabra.

En el auto de Taehyung, rumbó a la cafetería que el peliazul propuso, Bogum se cuestionó cuantas veces se sentó Jungkook en el mismo lugar donde él estaba y cuántas veces habrán tenido sexo en el asiento de atrás. Notó que el dueño del vehículo tomaba el volante con una sola mano y la otra reposaba sobre su pierna, se preguntó si con mano libre acariciaba el muslo de Jungkook mientras conducía, si lo besaba en cada semáforo rojo, si le contaba chistes para pasar el tiempo. Contuvo el impulso de tomar la mano del peliazul, apoyarla sobre su propio muslo y pedirle que lo tocara, que lo abrazara, que lo besara.