XII

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Miraba fijamente la taza de café humeante, completamente perdida en mis pensamientos

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Miraba fijamente la taza de café humeante, completamente perdida en mis pensamientos.

Hace aproximadamente 1 hora que había despertado, dormí toda la noche, ya era sábado. No sabía que hora era, ni si mis padres me habían llamado porque mi celular murió.

El dolor no había disminuido para nada, la sensación de que mi cabeza iba a explotar seguía ahí y el dolor de mi cuerpo también.

No sabía donde estaba Lukyan, cuando desperté y salí de la habitación, una mucama estaba esperando fuera de esta. Me acompañó hasta la cocina y me dio una taza de café, para luego irse y dejarme en completa soledad.

Pasé, tal vez, unos 10 minutos más mirando la taza, la cual ya no humeaba, hasta que escuché el sonido de unos pasos resonar entre las paredes de la amplia cocina.

Miré de reojo la figura de alguien, a quien reconocí al instante. Sin embargo, no me moví.

Lukyan caminó hacia el otro lado del desayunador, quedando frente a mi. Su mano tatuada contrastó con la taza blanca en el momento en que la corrió hacia un lado.

No dijo nada, simplemente se quedó observándome. Sentí su pesada mirada, presionándome a hablar.

Tomé aire antes de pronunciar palabra, dandole a conocer mis pensamientos.

–El se ofreció a ir por mi celular, Lukyan. Si yo hubiera aceptado, yo me hubiera subido al auto y...

No pude terminar de hablar, decir mis pensamientos en voz alta, me hacen analizar más la situación.

–Si lo hubiera hecho, estaría muerta justo ahora.

Se quedó en silencio unos segundos, seguía sintiendo su mirada sobre mi.

Luego de un instante, su voz ronca inundó el silencioso lugar.

–Si, Clarette. Pero no lo estás. No pasó, ya supéralo.

Fruncí el ceño sintiéndome molesta y por primera vez desde ayer, lo miré a los ojos.

Sus profundos ojos azules me miraban serios.

–¿Que lo supere?–dije sonando molesta, incrédula de lo que dice.–¿Como esperas que supere de la nada, el hecho de que casi me mata una maldita bomba?

Sin cambiar la expresión de su rostro, alzó los hombros demostrando desinterés.

–Tarde o temprano lo harás, ya verás.–dijo caminando hacia la puerta de la cocina, planeando salir del lugar.

Claro que, lo detuve antes de que si quiera llegara a la puerta.

–No seas tan cínico, Lukyan. A un final, es tu culpa. Si no hubieras armado toda una película para obligarme a salir contigo y al final olvidarlo, no habría ni pensado asomarme por aquí.

LUKYANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora