Sentí su sangre correr por mis manos, sus ojos llorosos mirando directamente a los míos preocupados. Sostuvo mi mano y la guió hacia la herida provocada por la bala, presionó esta con mi mano temblorosa y su mirada comenzó a llenarse de odio.–Carga con mi muerte perra, carga con mi muerte.
Negué con la cabeza mientras sentía las lagrimas bajar por mis mejillas, luché para soltar mi mano de la suya hasta que lo logré.
Caminé lentamente hacia atrás mirando como el poco a poco se acercaba a mi, sentía como el cuadro negro donde estábamos se iba cerrando.
Abrí mis ojos asustada, observando directamente mi temblorosa mano justo al lado de mi cara. Sentí mis ojos llenarse de lágrimas e inmediatamente me senté en el mismo lugar, sudando frío y temblando como gelatina, no podía olvidar los sucesos de anoche. Miré el reloj en mi mesa de noche.
6:10a.m.
No volví a dormir, no porque no quisiera, si no porque no podía. Decidí levantarme para ir al trabajo más temprano, así tendría más tiempo de ducharme y desayunar sin prisa.
Luego de mi rutina matutina y de dirigirme al trabajo, llegué en el momento en que Ben estaba abriendo las cortinas.
–¿Qué tal?– saludé a mi amigo dedicándole una media sonrisa, en cambio, este me devolvió el saludo con una gran sonrisa de oreja a oreja.
–Buenos días Clar.
Luego de acomodar la repostería en las vitrinas y limpiar las mesas, abrimos la puerta y empezaron a llegar clientes. Esta cafetería siempre ha tenido muy buena fama, es una dicha claro, ya que si algún día llegara a no dejar ningún fruto nuestros salarios bajarían y digamos que no son muy generosos.
Al cabo de una media hora después, me encontraba en la bodega acomodando en los estantes los paquetes de café, azúcar, crema, licores y demás cosas que los repartidores habían dejado un día antes. Ben entró con el ceño fruncido y una mueca de disgusto.
–Clar, te buscan ahí afuera. Parece ser importante.
Alcé mis cejas con sorpresa. ¿Quién podrá ser?
Salí con curiosidad de la bodega y al llegar a la barra busqué con la mirada a alguien conocido, sin encontrar a nadie decidí volver a la bodega. Al darme media vuelta no pude dar ni un paso, ya que una gran mano tomó mi codo y me dio vuelta de nuevo, asustándome.
Un chico de cabello corto y rubio teñido, tatuajes que sobresalían de su cuello, manos y unos en su cabeza que se confundían con el cabello bajo a los lados. Su rostro fruncido me dio a entender que no se encontraba de buen humor o que es su única facción.
–¿Clarette? ¿Clarette Ethans?
Mirándolo con los ojos bien abiertos, asentí en su dirección soltándome de su grosero agarre.
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LUKYAN
General Fiction"Como revelación de ignoto arcano, hecha del germen mismo de lo tierno, eres misterio que al misterio humano aclara en ti su gema donde quiso mostrar la vida su prodigio eterno para que en ti yo viera el paraíso." -Alfonso Orantes