VIII

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El día transcurrió con normalidad, claro que no pude dejar de pensar en lo que Suzie me había dicho

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El día transcurrió con normalidad, claro que no pude dejar de pensar en lo que Suzie me había dicho.

Si Lukyan ya había hablado con Kylan, entonces... ¿Por qué fue a buscarlo a casa? ¿Y por qué dijo que no lo había visto hace mucho tiempo?

A la hora de la salida, busqué a Suzie para decirle que nos fuéramos juntas, pero esta me dijo que se iría con su padre.

Caminé hacia la entrada cuando el timbre sonó, buscando mi celular en mi bolso para llamar un taxi. Si Suzie se iba a ir con su padre, no me quería ir sola en autobús.

Rebusqué en mi bolso sin encontrar nada, seguí caminando buscando más a fondo. Aquí está.

–Señorita–una mano agarró mi brazo, llamando mi atención.

Brinqué asustada soltando el celular que ya tenía en mi mano, el cual salió volando debido a mi pequeño ataque.

Era un hombre alto, con el pelo rapado y un rostro completamente intimidante. Abrí mis ojos aún más asustada.

–¿Quien eres? Suéltame. No me toques.

Jalé mi brazo soltándolo de su agarre.

–Vengo de parte del señor Semiónov. Lukyan Semiónov. Me envió a buscarla. Acompáñeme.

–¿Disculpa? ¿Buscarme para qué? No, yo no voy a ningún lado.

Ahora estaba muy, muy sorprendida. ¿Para qué me quiere ese hombre?

–Tiene que venir conmigo. El jefe así lo ordenó.

–Pues ya verás que explicación le das al "señor". Porque yo no voy a ninguna parte.

Me di media vuelta, sin querer escuchar más, caminando hacia donde cayó mi celular. Escuché la puerta de la camioneta en la que venía el hombre abrirse y a los segundos cerrarse.

Vi me celular tirado, con la pantalla quebrada. Maldita sea.

Presioné el botón para encenderlo, sin tener éxito. Solo esto me faltaba.

De acuerdo Clarette. Tranquila. Respira.

–Espera.

Me devolví hacia el auto que el hombre recién arrancó. Abrí la puerta trasera y subí.

–Que sea rápido.

•••

Luego de unos minutos llegamos a una grande casa, de color blanco y unos ventanales gigantes. Un jardín del tamaño de mi casa, con varios autos parqueados en una área de cemento que tenía.

Bajé del auto cuando un hombre con un arma larga colgando de su hombro me abrió la puerta. Asustada le di asentimiento con la cabeza, agradeciéndole. Sin poder hablar.

LUKYANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora