capitulo 29

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El reformatorio era un completo desastre, Vera debía encargarse sola de todo lo que tenía que ver con el lugar ya que Jennifer se negaba a cooperar, las jóvenes estaban tan asustadas por lo que estaba sucediendo que se negaban a salir de la habitación y a algunas sus padres vinieron a buscarlas incluso, solo quedan siete chicas en la casa, una muy triste y asustada Vera y una Jennifer que se sentía la abeja reina.

pero su reinado acabaría pronto ya que la directora se estaba dirigiendo al lugar para reclamar su edificio y de paso su puesto, nadie le quitaría el poder y mucho menos la pecadora de Jennifer, a ella la haría sufrir por corromper su santa casa, a Juliette podía aceptarle el andar besuqueándose por los salones con el detective, pero no que su empleada de confianza hiciera actos repudiables y mucho menos con una convicta, cuando cruzó la enrejada puerta todas las jóvenes que quedaban y Vera se quedaron en silencio y casi congeladas como estatuas, no se encontraban haciendo ejercicios, estaban barriendo todo el lugar por fuera.

—¿Dónde está Jennifer? —preguntó la directora de forma amenazante a Vera.

—Ella... creo que está en su cuarto.

—¿En su cuarto? —preguntó con el ceño fruncido.

—No, en tu cuarto.

—¿Dónde está Eloisa? —preguntó después de mirar hacia todos lados.

—Lavando las duchas, supongo...

¿Suponer? Suponer era una palabra prohibida en ese reformatorio, eso sólo significaba que no tenía idea de en donde estaba, caminó con mucha confianza hasta la puerta del edificio e ingresó.

El lugar era un completo desastre, el piso de madera estaba tan sucio que si la mujer resbalaba el mugre le impediría caer, odiaba admitirlo pero Juliette era la única que se tomaba el trabajo de limpiarlo todo.

Subió las escaleras hasta llegar a su habitación y se detuvo frente a la puerta con el mayor sigilo que sus zapatos de tacón bajo y grueso le permitió, colocó su oreja contra la puerta y escuchó atentamente.

Los gemidos de Eloisa mientras Jennifer ingresaba sus gruesos dedos en su interior bañaban toda la habitación, la mujer prácticamente mudó a la chica a la habitación y solo salía de ahí cuando ella tuviera trabajo que hacer, para no generar sospechas en Vera y las internas les aseguró que Eloisa tenía un gran problema mental así que debía mantenerse alejada de ellas, las mujeres estaban tan sumidas en su acto carnal que no escucharon al picaporte rechinando mientras giraba, cuando Eloisa abrió sus ojos se encontró con un par de ojos verdes que la miraban llena de odio y asco, sobretodo de asco.

Las dos mujeres salieron prácticamente volando de la cama para buscar sus prendas de ropa mientras Olivia apretaba el látigo que traía en sus manos con ira, su cama, la cama en donde había dormido por años, sus sábanas de hilo egipcio que le había traído su primo de su viaje, todo había sido ensuciado con el acto impuro que habían estado cometiendo estas mujeres.

—Prepárense para ser castigadas —sentenció la mujer.

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Juliette se había despertado pero Jonas no estaba a su lado, ni siquiera estaba en la casa, pero para su tranquilidad le dejó un mensaje escrito junto con un delicioso desayuno sobre el escritorio de la habitación.

"Tuve que ir a trabajar y no quise despertarte, espero que comas bien y siguas pensando en mí, te quiero.

Psdta: daría lo que fuera por ver esas mejillas sonrojadas cuando leas lo último"

Y si, efectivamente, Juliette estaba sonrojada, ese "te quiero" había sido escrito de una forma tan precisa que pareciera que ni siquiera lo dudó, tomó asiento frente al escritorio y aún con los recuerdos en su cabeza de lo que sucedió anoche intactos se dispuso a desayunar algo por primera vez.

El secreto de JulietteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora