SLUT ━━ kim namjoon

treinta y dos

slut     capítulo treinta y dos

          —¿YA SE DURMIERON? —NamJoon preguntó cuando vió salir de la habitación de sus hijos a SunHye, seguramente después de que terminara de arrullar a los mellizos.

          —Sí. Cayeron como una roca. —SunHye sonrió ante el recuerdo de sus hijos durmiendo profundamente.

          —Seguramente, después de todas las travesuras que hicieron hoy. Le diré a HaNa que les eche un ojo de vez en cuando, sólo para asegurarme de que estarán bien. —SunHye asintió de acuerdo a las palabras de NamJoon.

          HaNa era la jefa de los trabajadores de la mansión Kim, siempre supervisando que todo estuviera en orden en la mansión, además de que era la principal niñera de los mellizos Kim. Había sido la «nana» de NamJoon desde que este nació y ahora lo era de los hijos del moreno. Había trabajado para la familia Kim por más de treinta años.

          —Entonces, ¿JongIn te está esperando en tu oficina? ¿Tienen una reunión? —SunHye preguntó, recordando lo que el moreno le había dicho mientras vestían a los mellizos para llevarlos a la cama.

          JongIn era otro primo de NamJoon, hijo del segundo hermano menor del padre de NamJoon, muy cercano al moreno al haber pasado la mayoría de su infancia con él. JongIn se encargaba de transportar los cargamentos de drogas, armas y demás a otros países o continentes.

          —Sí, al parecer hubo un problema con el cargamento de rifles y cocaína hacia Colombia. Alguien vendió nuestra ubicación a la mafia Colombiana y nos robaron nuestro cargamento. —NamJoon habló con un tono frustrado y enojado.

          Era la primera vez que pasaba eso en la mafia Kim bajo el liderazgo de NamJoon. El moreno siempre fue lo suficientemente calculador como para saber con quién trabajar, dejándole en claro a todos que si lo traicionaban lo iban a pagar con su vida. No creyó que alguien tendría las bolas o los ovarios para hacerlo.

          Pues, todos sabían que meterse con la mafia Kim era como meterse con un reino o una dinastía completa; completamente peligroso.

          —Entonces, creo que sería correcto si estoy presente en la reunión. —SunHye habló, haciendo que NamJoon saliera de sus pensamientos.

          —¿Estás segura? Me gustaría que descansaras después de cuidar a los niños todo el día. Además, mis problemas no tienen por qué afectarte. —NamJoon se detuvo para ver a su esposa directo a los ojos.

          —Estoy segura, puedo soportar un poco más. Además, creo que necesitarás mi ayuda allá dentro. —SunHye se rió.

          SunHye comenzó a involucrase en los negocios de la familia Kim un año después de que nacieran los mellizos. Resultó que las hermosa pelinegra era bastante astuta en cuanto a armar planes, ser la distracción en una misión o incluso entrenar a los nuevos hombres que NamJoon reclutaba.

          Por supuesto, para todos ellos SunHye no era más que la amante de Kim NamJoon, el líder de la mafia Kim, su prostituta personal o la putita consentida que NamJoon dejaba que metiera sus narices en sus negocios.

          Sólo la familia y trabajadores de la mansión Kim sabían quién era Lee (Kim) SunHye en realidad.

          —Bien, entonces vayamos. —NamJoon entrelazó su mano con la de SunHye y la pareja de casados se dirigió hacia la oficina del moreno.

          Cuando entraron allí, un joven hombre con parentesco mínimo con NamJoon de más o menos la misma edad que el moreno, se levantó del sillón en donde estaba, sonriendo hacia la pareja.

          —NamJoon, es un gusto verte después de tanto tiempo, primo. —Los dos morenos se dieron un gran abrazo, ambos con grandes sonrisas en sus rostros—. SunHye, tan hermosa como siempre. —JongIn sonrió coqueto hacia la hermosa pelinegra, guiñándole un ojo.

          NamJoon golpeó el brazo de su primo en modo de protesta.

          —JongIn, cariño, casada y con dos hijos, ¿y aún sigues intentando seducirme? Sí que eres un caso. —SunHye le devolvió la sonrisa coqueta al segundo moreno y castaño de la habitación, bromeando, obviamente.

          —Y sin embargo, sigues luciendo una hermosa figura. —JongIn recorrió el cuerpo de SunHye enfundado en un ajustado vestido vinotinto con su mirada de manera descarada.

          —Ya. Dejen de coquetear frente a mí. —NamJoon ni siquiera se molestó, estando más que acostumbrado al comportamiento de su primo y esposa—. ¿Qué me tienes sobre el cargamento hacia Colombia, JongIn? —Ahora el ambiente se volvió increíblemente serio y tenso.

          NamJoon se sentó en su asiento detrás del escritorio, SunHye se sentó en la esquina izquierda del escritorio, encima de este, y JongIn se sentó en uno de los dos asientos frente al escritorio.

          —Al parecer había un soplón con aires de superioridad entre nosotros. —JongIn se veía notablemente enojado ante el tema—. El jefe de la mafia colombiana, a quien le íbamos a entregar el cargamento, reveló nuestra ubicación a una mafia enemiga y ellos aprovecharon para emboscarnos. Logramos recuperar la mayoría del cargamento, pero muchos hombres murieron.

          NamJoon apretó su mandíbula enojado ante lo dicho por JongIn.

          El moreno no toleraba para nada la deslealtad y la traición, eran las peores maneras de meterse con él y hacerlo enojar de verdad.

          SunHye se mantenía al margen de la conversación, escuchando atentamente.

          —¿Sabes el nombre del líder de la mafia colombiana? —NamJoon preguntó, jugando con un bolígrafo entre sus dedos, su rostro completamente inexpresivo y libre de emociones.

          —Un tal Rodríguez. Rafael Rodríguez. —JongIn respondió—. Mis contactos me informaron que está en Seoul para encontrarse con el líder de la mafia que nos robó parte del cargamento para cobrar el haber filtrado nuestra información. —JongIn siguió hablando.

          —Entonces, la mafia que nos emboscó es coreana también. O al menos tiene su residencia aquí. —SunHye dedujo con facilidad, hablando por primera vez en todo el tiempo que la conversación se llevó a cabo.

          —Sí, seguramente. —JongIn estuvo de acuerdo con la pelinegra.

          —Quiero que sigas al tal Rodríguez. —NamJoon habló después de unos segundos de silencio tenso en la oficina—. Síguelo en su encuentro con el líder la mafia que nos emboscó, luego, cuando esté lejos de allí, lo vas a interceptar y llevarlo hacia el club privado que tenemos en Gangnam-gu. Yo me encargaré del resto.

          SunHye y JongIn sabían que con «me encargaré del resto» NamJoon se refería a eliminar a Rodríguez, pero tampoco era como si a ellos le importara mucho lo que pasara con el colombiano después de lo que hizo.

          —Como digas.