Capítulo 1: La muerte

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"Diferentes en la vida, los hombres son iguales en la muerte"

Lao-Tsé

El auto llegó prácticamente derrapando al puerto, una mujer bajó de él golpeando sus puertas con fuerza, estaba a punto de entrar a la boca del lobo sin otro plan más que el chantaje, lo cual tenía más probabilidades de salir mal que de salir bien.

La mujer miró hacia adentro del edificio abandonado... estaba completamente oscuro, pero eso no la haría dudar, estaba decida a lograr su objetivo... por ella. Sacó de su bolso una pistola y se adentró en el peligro, sin siquiera vacilar.

—¿Dónde están? ¡Salgan de una vez! —exclamó la mujer con firmeza, sin mostrar miedo.

—Buen trabajo, Masami Hirota. —dijo una voz grave y ronca detrás suyo, la mujer se dio vuelta a mirar, viendo así a esas dos personas que nada bueno presagiaban, trayendo desgracias a donde iban, con sus trajes negros. —O mejor dicho... Akemi Miyano. —dijo el rubio con sonrisa macabra, Gin.

—¿Puedo preguntaros algo? —preguntó con seriedad, y sin esperar una respuesta de parte de los hombres frente a ella, volvió a hablar. —¿Por qué mataron a esos dos?

Dos risas masculinas hicieron eco en el lugar, expresaban burla y diversión, algo que no le agradaba para nada a la mujer.

—Esa es nuestra forma de trabajar. —habló con voz gruesa un hombre de cabello largo. — Venga, danos el dinero, muñeca. —agregó Gin, queriendo terminar su trabajo de una vez por todas.

—No lo tengo aquí, está guardado en otra parte. —dijo segura, como una diva, poniendo sus manos en su cadera, pues ese era uno de los puntos de su chantaje y no debía mostrar ninguna debilidad... o si no les enterrarían los dientes en su cuello a la más mínima vacilación.

—¡¿Cómo dices?! —vociferó un hombre más pequeño de lentes de sol, Vodka.

—Antes de dártelo, ¡quiero que me devuelvan a mi hermana! —habló con firmeza, solo quería una cosa y lo lograría, aunque eso significara su muerte. —Lo prometieron, ¿no? Que cuando terminara este trabajo, dejarían que mi hermana saliera de la Organización. —mantuvo su seriedad y firmeza, si quería enfrentarse a esos hombres tan peligrosos, no debía mostrar dudas, ni temor.

Pero lo único que recibió de vuelta por su actitud, fue una risa tosca y crédula. Claro que ella nunca iba a admitir el miedo que le provocaban los dos hombres, en especial Gin.

—Lo siento, pero el trato es imposible. —respondió Gin, dominante y presumido como siempre, entrando al edificio, siendo seguido por su compañero o perrito faldero, Vodka. —Porque es un cerebro indispensable para la Organización... tu hermana, a diferencia de ti, es necesaria para nuestros planes. —dijo burlón.

—Entonces, ¿nunca han tenido intención...? —respondió molesta con las palabras dichas del hombre.

Gin asintió con su cabeza y movió su hombro, en señal de afirmación, sin ningún tipo de vergüenza por no mantener su palabra, mientras que Vodka reía macabramente atrás suyo.

¿Cómo es que Akemi siquiera les había creído?

—Es tu última oportunidad, dinos dónde está el dinero. —más que una pregunta, era un orden, por supuesto... él hombre le estaba apuntando con una pistola, pero ella no estaba dispuesta a salir perdiendo de esa forma.

—No te aconsejo semejante tontería. Si me matas, nunca lo sabréis. —respondió Akemi de la misma forma, apuntando la pistola hacia el que obviamente era el jefe entre los dos.

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