Capítulo 6: Joya En Bruto

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Hyoga

Sinceramente me sentí muy sorprendido el día que mi padre entró por la puerta de la casa vociferando en gran manera que traía grandes noticias para la familia. Lo que sucedió es bastante simple, fui elegido para ser patrocinado por el clan demoníaco Ruptreon, pero no me importó en lo más mínimo, ya que ese no son el tipo de aspiraciones que anhelo para mi persona en el futuro.
Según mi padre fui escogido de entre una gran cantidad de jóvenes talentosos y prometedores pero que yo resultaba estar por encima de todos ellos,
-”Ese tipo de construcciones sociales piramidales son de las cosas que más odio. Un ciclo sin fin que sólo fomenta el odio entre las personas, es despreciable de principio a fin” pensé al escuchar ese discurso armado por parte de mi padre, porque sé muy bien que la realidad es un poco diferente.

Nosotros, los Whiteride, somos considerados la cúspide de la nobleza de la sociedad élfica del imperio Tloira, tanto por nuestros grandes antepasados quienes fueron héroes que defendieron nuestras tierras por siglos y es por eso que el primer emperador tloiro cargó nuestro apellido en sus espaldas. Dicho eso, supongo que soy una anormalidad dentro de esta familia, porque no me interesa ese poder político por el que moriría mi padre, ni dar una demostración de perfección hacia los de afuera como quiere fervientemente mi madre, las únicas cosas que realmente me apasionan a mí son: la espada y el conocimiento.
Es por eso que desde muy chico estuve toda mi vida entrenando con la espada y leyendo libros encerrado en nuestro castillo y así estaba complacido dentro de mi zona de confort. Es por eso que a pesar de mis veinte años, mi sabiduría está al nivel de un anciano elfo del consejo de ilustres y mi técnica con la espada al nivel de un general del ejército elfo, y así mi complacencia me bastaba dentro de mi burbuja.
Pero esta noticia que traía mi padre era algo que venía a romper con mi complacencia, por eso lo odié, pero ya que no podía negarme lo tomé como una oportunidad para así adquirir nuevos conocimientos sobre el resto de los imperios y también buscar nuevos contricantes para mi bella espada de crista antiguo. En cuanto me resigné frente al deseo de mi padre y acepté tomar parte en lo que sea que “ser patrocinado” signifique, comenzó a explicarme en que consistía mi tarea.
-”Lo que quieren que haga es que viaje por los imperios, consiga esas piedras estúpidas antes que los otros patrocinados, ¿me equivoco?” dijo sin siquiera dirigirles la mirada
-”Exacto, hijo mío” dijo mi padre con sus aires de avaricia
-”Pero todavía tenés un año para prepararte, por lo que te vamos a enviar a un lugar en el segundo imperio humano Vaonlestia, para que te prepares. Incluso puede ser que encuentres a alguien interesante” dijo ya con aires maliciosos
A pesar de que sentía que no necesitaba pasar por un entrenamiento que se sobreponga al que yo ya realizaba, ésta era una oportunidad para alejarme de mi casa por un tiempo, así que la tomé sin dudar.
Así fue como me embarqué hacia Vaonlestia, en busca de la academia de entrenamiento manejada por el ex-general del ejército Deimos Antompykus.

Una vez, en la academia, me registré como estudiante, con sólo dar mi nombre y mostrar mi insignia fue más que suficiente para que me aceptaran y me recibieran con honores, tanto hipocresía que me repugnaba. Pero cuando conocí a Deimos descubrí que el no era así, me trató y entrenó como uno más de sus estudiantes, lo que hizo que me sintiera realmente cómodo en ese lugar.
Y así, me acomodé tan bien en ese lugar que los primeros seis meses se pasaron casi sin que me diera cuenta de ello, y eso sólo significaba una cosa, que los días de descanso debía volver a mi casa hasta el comienzo del segundo semestre, lo que ya me ponía de mal humor, pero no había otra opción.
Gracias a que mi estancia al volver a mi hogar fue corta es que pude ignorar casi en todo momento a mis padres, sólo tuve que aguantar eso durante tres semanas hasta que llegó el momento de regresar a Vaonlestia.

Pero al llegar, me encontré con una sorpresa en el primer día de la semana de acondicionamiento, un novato iba a realizar la prueba de Deimos para ganarse el derecho de entrar a mitad de año. Desde el primer momento me pareció absurdo, pero al ver al novato sólo me pareció todavía más absurdo que antes, realmente no le tenía fe, nadie lo hacía pero aún así demostró una gran fortaleza y consiguió aprobar.
Desde ese momento, me decidí a ponerle un ojo encima a ese novato, ya que podría llegar a convertirse en alguien muy bueno en el futuro. Pero esa no fue la última sorpresa, la mayor de todas me la llevé al final de la semana de acondicionamiento, en el momento de la elección de los equipos, al ver que quedamos en el mismo grupo. Azar o mera coincidencia, ambas son equitativamente aplicables, pero preferí no elegir una de las dos opciones por el momento, por eso, me decidí a observarlo de cerca y ver si realmente vale la pena tenerlo como compañero, porque al vampiro ya lo he observado y es útil, pero del novato ni siquiera había información que recaudar.
Con esas ideas en mente comenzó la primer semana de entrenamientos, decidido a ver de lo que era capaz, tomé de la decisión de no hacer ni un movimiento durante las prácticas de batalla, mi único movimiento era luego del sonido de la botonera de Deimos, anunciando que nuestro turno había terminado, hacia la salida, a pesar de que en repetidas ocasiones ambos me insistían en que me involucre y que colabore, pero sólo respondí con silencio durante al menos las primeras dos semanas.
Luego de dos semanas de observarlo minuciosamente en cada batalla, llegué a la conclusión de que tiene aptitudes para ser un gran atacante y que gracias a la habilidad de sombra de su guante, también adquiría una defensa considerable, por lo que lo consideré útil. Hecha la clasificación, comencé a sentarme en el mismo banco que ellos pero alejado, comencé a moverme durante las prácticas pero a mi gusto y así continué hasta que llegaron las batallas de fin de mes que te permiten acumular puntos que son necesarios para el final del semestre, eso según Deimos.
El sistema de estas batallas consistía en que cada grupo debía realizar tres batallas, con grupos distintos, los emparejamientos para los enfrentamientos serían aleatorias y que ganaría aquel equipo que consiguiera inhabilitar, indefectiblemente a los tres miembros del equipo enemigo, eso incluía que queden incapaces de continuar por perder la conciencia pero también les daba la opción de rendirse si así lo consideraban necesario. 
En el primer enfrentamiento nos emparejaron con el equipo más débil, el equipo ocre, por lo que decidí quedarme quieto y dejarles la tarea al vampiro y al novato. Mi decisión no fue errada ya que entre los ataques a corto alcance del novato y el apoyo que le brindó el vampiro, se encargaron fácilmente de los tres miembros del equipo contrario, que cayeron inconscientes luego de unos golpes del novato y una flecha ilusoria del vampiro.
Utiliza ese tipo de flechas porque al ser un entrenamiento, Deimos impone que no debemos lastimarnos, de la misma manera yo sólo puedo empuñar mi espada frente a otras espadas pero para atacar a un contrincante debo usar mis manos o un arma ilusoria, que sólo permite percibir el dolor momentáneo pero desaparece a los treinta minutos. La razón de que el temporizador de las ilusiones esté en prefijado en ese tiempo, es que la batalla tenía como tiempo límite treinta minutos, sino no llegaríamos a realizar todas la batallas previstas para el día.

AnawondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora