— Pondremos unas cuantas hileras hacia el granero...
— No, hay que ponerlas más lejos. Parte del terreno se quedará en el lado de Jung entonces y no se puede permitir. — refutaba Eric.
Tyler dibujó una línea en el boceto de lo que era el terreno, separándolo del de la vecina pero que a simple vista favorecía mucho más a los Nam.
Si seguían así, Byul sabía que ese problema pararía en un Tribunal si su patrón no daba las tierras que correspondía.
Peleaba un par de metros simplemente.
Byul no sabía exactamente qué hacían allí con ella. Estaba tranquila paseando a Monte por las montañas vírgenes del terreno y en un momento de descanso habían llegado esos dos a hablarle de tierra.
Aunque no estaba segura de que hablaban con ella, podía escucharlos con claridad como si lo fuera.
— Y si hablamos con ella, puede entenderlo y no agrandar este asunto más.
— No se puede hablar con Jung, Tyler.
Tyler quitó todo intento de ayudar y facilitar las cosas por el bien de su patrón. Miró a Byul para distraerse. Ele daba golpecitos amables en la frente del caballo y deslizó su mano por toda la ternilla hasta posarla ahí.
Eric dejó caer su peso en una sola pierna y analizaba ahora el boceto de todo el terreno, pensando como podía solucionar ese problema y salir ganando.
Recién el Banco había secuestrado unas hectáreas de un señor vecino, que había pagado toda su vida, pero que olvidó reclamarlas como suyas. El banco se aprovechó de eso y colocó ese terreno en venta como si nadie lo hubiera comprado.
Pero Eric, entusiasmado por un par de hectáreas más, se atrasó en ello y ahora peleaba por mitad y mitad con Jung quien solo hacía una obra de caridad en devolverle la tierra al pobre anciano.
— Este asunto me tiene todo sofocado.
Eric suspiró y sacó su botellita del bolsillo.
Muy extraño era que no hubiera empezado a beber antes.
Estaba sudando. Todo su rostro estaba cubierto de sudor. Cuando se quitó el sombrero para refrescarse con el, su cabello había quedado abultado por el calor y el sudor. No demoró en volvérselo a poner para cubrirse del sol en su máximo esplendor.
Byul lo había visto entre las doce y una de la tarde rondar por ahí vigilando a la gente de cerca, manteniéndose entretenido e incluso se veía ansioso.
Ella no quería mirarlo tanto. Cada vez que lo hacía, a decir verdad le daba un poco de envidia ahora.
Era un hombre casado con una buena mujer y que le estaba quitando el título de madre ante sus ojos. Sentía enojo consigo misma por esos pensamientos irracionales que jamás en la vida había tenido pero no lo podía controlaba.
Él tenía su vida ganada, una familia, y ella tenía que esperar a cosas del destino a ver si ganaba uno que otro derecho.
Pensaba que aquella ecografía que Yongsun le había dado iba a ayudarle en algo, pero solo la había hecho débil, y esa noche se había aferrado a la fotografía en su pecho mientras intentaba dormir. Las horas pasaron y nuevamente no pudo conciliar el sueño repitiendo en su mente el recuerdo de lo que ese día había pasado.
A la mañana siguiente su madre le esperaba en el comedor con sus cuñadas y sobrinos para un desayuno familiar.
El tema sobre su aspecto no se hizo de esperar, pero Seulgi viendo la incomodidad de Byul, había tomado una que otra broma como escapatoria y hacer reír a las demás, incluso a los niños.