Krystal...
Esa chica si que le había hecho el lío aquella noche.
— ¿Te pidió tu número?
— Sí pero, le dije a Wheein que luego se lo pasara ella.
— ¿Wheein tiene tu número?
— Sí pero obviamente no le contesto hasta en la noche. — Byul respondió a todo con mucha calma, tanta que eso le colmaba a Yongsun.
Se mensajeaban por la noche, fue lo único que pudo procesar Yongsun.
— Entonces se envían mensajes por la noche.— concluyó ella.
Habían pasado solo dos días después de aquella aparición de la hermana de Wheein. Yongsun había visto todo y no le había agradado nada.
Esa noche, y la siguiente, se inundó en un mar de celos pensando qué estaría haciendo Byul cuando no se veían ahora que tenía una amiga.
Tanta preocupación y no se daba cuenta que la pobre Byul ni siquiera salía de la finca, tampoco era algo que quería hacer. Pero Yongsun aún así se preocupaba por su relación y era normal que pensamientos negativos llegaran a ella.
Vió como le preguntaba cosas a Sunnie, que estaba en los brazos de Byul y esta la veía con una sonrisa encantadora. Ambas absortas en ese pequeño momento madre e hija, mientras Yongsun hacía hipótesis locas e innecesarias perdiéndose esos momentos.
— Entonces... ¿planeas salir con... ella? — preguntó muerta de miedo al esperar por la respuesta.
Byul no la escuchó.
Sunnie estaba hablándole — según Byul — contándole como estuvo su día, pero en realidad la bebé sólo estaba murmurando demasiadas cosas que no se podían comprender. Algunas veces acertaba monosílabos y otras palabras incomprensibles. Pero Byul estaba sonriendo como loca. Su bebé le estaba respondiendo, aunque ella no entendiera absolutamente nada.
Yongsun las observó, y por un momento se olvidó de aquella mujer alta, cabello lacio hermoso, elegante, intelectual, joven, y graciosa. Porque sí, había visto a Byul reírse más de una vez por algo que esa tal Krystal le contaba.
— ¿En dónde está tu mamá? — preguntó Byul con voz aguda y tierna, y Sunnie volteó a ver enseguida a Yongsun. — ¡Que inteligente!
Yongsun le sonrió, y tomó la mano de la bebé para presionarla, mientras Byul comentaba lo grandiosa que era su bebé y continuó charlando con ella. Hacía el típico movimiento de caderas para que Sunnie estuviera tranquila.
Estaban en el establo de los caballos, con una tarde soleada y sin nubes en el cielo. Eric se había llevado algunos peones a la finca Moon para que le ayudaran con un leno impecable que Seulgi le había regalado. Un gesto muy amable de su parte que Eric simplemente no dejó de recordar y ansiar con una sonrisa.
Obviamente Byul no estaba al tanto de eso, y si se lo dijeran tampoco mostraría mucha atención a los negocios de su hermana.
— ¡Que grande que estás! — alzó a Sunnie con las manos sosteniendola por debajo de sus axilitas y la volvió a acomodar en un abrazo, Sunnie colocó su cabeza recostada en el hombro de Byul y enseguida esta le dio caricias en toda la espalda.
Poco a poco sentía que Sunnie se iba durmiendo, y no dejaría de moverse hasta que lograra dormirla.
Yongsun estaba recostada en la puerta cerrada, Byul frente a ella mirándola con ojos cómplices ante lo que aún no estaban acostumbradas. Byul parecía no darse cuenta de la mirada reprochable que tenía Yongsun en esos momentos.