Seulgi salió de la oficina después de permitirle el paso a Yongsun; el señor Nam detrás de ella sin mediar palabra y luego los abogados.
La jueza había dictado su última palabra y lo plasmó con su firma en el papel oficial ya enviado a archivos.
El espacio estaba tenso. Seulgi solo podía pensar en lo agradable que era salir de esa oficina sin tener las manos de Eric encima deteniendo lo inevitable.
Yongsun se alejó del grupo con su móvil en la mano, ya con el contacto de Byul marcado.
Seulgi se giró para aprovechar los minutos que le quedaban ahí hablando con el señor Nam, que ya había permanecido mucho tiempo callado luego de que él mismo firmara el divorcio de su hijo. Podía encontrarse como exceso de poder para interferir en situaciones ajenas, pero ninguno de los presente se quejó al tener la salida alcanzada.
El señor lo había pensado mucho, y aún estaba un poco abstraído de lo que sucedió. Pero si Eric quería llevar ese divorcio a más, no iba a permitirlo.
No utilizaba aquella carta en asuntos como estos, prefería seguir de incógnito en las sesiones conyugales o en lo que se relaciona para no llamar la atención de los que buscaban indagar en su vida privada y familiar para llenar su reputación de críticas.
Tal vez ahora conocía las consecuencias de decirle a todos sus colegas lo privilegiada y maravillosa que era su familia.
— Muchas gracias por su tiempo, de verdad — le dijo Seulgi extendiendo su mano para estrecharla con la de él.
— No tienes que agradecer.
El señor Nam dudó unos milisegundos en darle la mano.
— La verdad sí. Ha hecho un día espectacular para mí familia.
Él sin muchas palabras, prefirió solo sonreír educadamente y alejarse para hablarle al abogado que inútilmente contrató.
Seulgi ya leía en la fría expresión del hombre, que dudaba de su respuesta.
— Supongo que le debo un favor — se arriesgó a decir.
— Para nada, Seulgi. La que debe el favor es Moon Byul.
Seulgi sonrió. Al menos le había hecho sacar una sonrisa corta.
— Y le aseguro que es capaz de devolvérselo.
Ella lo había dicho de tal manera, que se logró entender el trabajo sobre humano que Byul realizaba en las fincas. El señor Nam no estaba perdido de esa información y reconocía los esfuerzos de la joven mujer.
Pensar que esa chica que admiraba desde siempre se había convertido en la villana de la historia de su hijo, era dubitativo.
— Nos vemos, Seulgi — se despidió él, seguido también el abogado, que levantó la mano para despedirse únicamente de ella y siguió a su jefe.
En cuanto se retiraron de la sala, Yongsun con la felicidad plasmada en sus ojos caminó hasta donde Seulgi quien de igual forma se aproximó a su encuentro. Ella principalmente estaba en completo shock por cómo se habían dado las cosas sin Eric.
— Ha estado bien — habló ya cuando estuvieron de frente.
Durante el proceso en la oficina no tuvieron el más mínimo segundo para sonreírse enormemente una a la otra tras escuchar a la jueza en la decisión.
Yongsun asintió. Las palabras se le quedaban atascadas en su garganta, sus manos temblaban a una velocidad que ni siquiera lo notaba y sus cejas estaban levemente levantadas, notándose un poco tímida.