Yongsun colocó la última prenda dentro del cajón que Byul le dejó elegir para ella.
Estuvo toda la tarde guardando cosas, sacando de las cajas objetos viejos y nuevos que Byul había comprado antes de planear la mudanza.
Nunca había arreglado algo por sí misma, así que digamos que la casa estaba arreglada a un estilo libre poco común.
Alejó su maleta, que estaba a un lado, para poder cerrar el último cajón, se levantó con un poco de esfuerzo en sus rodillas por el tiempo que llevaba en esa posición. Estiró sus extremidades y soltó una queja por lo refrescante.
Ahora su habitación estaba terminada y esperaba con ansias que a Byul le gustara.
Ya la sala estaba instalada, justamente era en donde se encontraba Byul con los niños mientras ella terminaba de ordenar y despejar las cosas para pasar ahí su primera noche en familia.
Aunque ya habían hecho eso tiempo atrás, por los agradables meses de embarazo que pasó viviendo con su suegra y cuñadas.
Pero la diferencia era que ahora estarían solas, alojándose en su propio hogar.
Se notaba la oscuridad exterior por las ventanas, así que fue hacia ellas para deshacer el nudo de las cortinas que las levantaban del marco. Cuando cubrió el ventanal, se dispuso a observar la tela y pasó sus dedos por los bonitos dibujos que ella misma había elegido.
Recordó cuando Byul le había dicho que podía elegir cualquier cosa para su hogar.
Por supuesto que se había negado rotundamente porque, era Byul la dueña de esa tierra y ella no tenía el derecho suficiente para tomarlo como suyo. Eso era lo que había pensado antes de que Byul le convenciera amablemente a su manera, que ahora eran una sola persona, y que las cosas que poseía ella también eran suyas.
Además de otra técnica que para nada le sentó mal a Yongsun; como un poco de privacidad en el baño.
Era todo tan lindo.
Era agradable vivir así.
Yongsun se dio la vuelta para obtener la última vista buena del cuarto, y se enamoró aún más de lo que había ocasionado.
La cama era perfecta, y sabía que era suficiente para que dos cuerpos y un cuerpecito tuvieran la libertad de moverse.
A un lado de la cama, estaba una pequeña cama y la cuna que habían sido hechas por las propias manos de Byul. Existía otras habitaciones en la cabaña, pero por el momento, ambas preferían que todos durmieran en el mismo lugar.
Ella se movió rápidamente hacia las maletas en el piso para cerrarlas y guardarlas en el gigantesco armario que habían rediseñado. En lo que se movilizaba de aquí y allá, Yongsun recordó los últimos meses en la casa Moon.
Se acercaba medio día. Yongsun estaba con codos recostados en los barrotes de la cerca, viendo cómo Byul pasaba de sí sus palabras y continuaba encima de ese caballo.
Había llegado hace ocho minutos para avisarle que el almuerzo estaba listo, pero ahora estaba esperándola mientras veía a Byul dar vueltas y haciendo sonidos con su boca.
El sol empezaba a picarle la piel y el calor intenso le estaba sofocando. Solo a ella se le había ocurrido quedarse ahí para esperarla e ir juntas a comer. Como antes la había visto, Byul se empeñaba a trabajar duro los siete meses que faltaban para que Yongsun diera a luz. Byul anhelaba que su bebé estuviera cómodo y para eso, ella debía hacer un esfuerzo más para tener algo de dinero.
Es por eso la razón de su incomprensible actuación, al hacer esperar a Yongsun sin moderación. Pero es que verdaderamente, a Byul se le habían subido los pensamientos a la cabeza y con descuido ignoró la presencia de Yongsun.