— Mamá, deja de mirarme así.
La señora Moon cerró sus ojos por un momento, luego enfocó su mirada en el montón de gente que bailaba, conversaba y reía en las diferentes áreas del lugar.
Ya era de noche y habían llegado hace unos minutos. Fueron recibidos por Eric muy contento y este al ver a Byul vestida de camisa blanca manga larga y pantalón de tela marrón, dejando ver un estilo semi formal que su madre había escogido para ir a juego con ella, le había lanzado una mirada reprobable que luego se desapareció para saludar a la señora Moon.
Habían pasado directo a unas de las mesas, pidieron algo de beber y fue llevado hasta ellas por el mesero contratado. Entre la gente estaba Seulgi, hablando con viejos amigos de Eric, y también Byul logró ver a los Jung, encontrándose brevemente con las risas de Krystal, lo cual ignoró por ese momento.
Byul estaba concentrada en las expresiones de su madre. No se levantó de la silla en ningún momento, observaba todo desde una distancia ya que se sentía incómoda como invitada en uno de esos eventos. Buscó con la mirada a Yongsun, pero no logró encontrarla hasta entonces.
— ¿Cómo quieres que te mire, cuando me ocultaste todos estos años que era abuela de una niña? De tu hija, Moon Byul-yi. — La señora Moon la miraba confusa, y ahora seguía regañando la por no haberle contado antes.
A Byul no le lograron salir las palabras de la boca cuando su madre le preguntó luego de la confesión: en dónde vivían, y quién era la mujer con la que procreó. Le había respondido — muy nerviosa — que su bebé estaría en la fiesta de los Nam, así que ahí la conocería.
Las ganas de contarle sobre Sunnie eran más grandes que el mundo, y en eso se la pasó Byul el resto de la tarde mientras se arreglaban para el evento.
Por supuesto que la señora estaba emocionada, y buscaba en todos lados a una niña de más o menos cuatro años con su mamá. En todo el transcurso del viaje no dejó de imaginarse cómo sería aquella pequeña creación de la que tanto le contó Byul, y el momento en que la tendría en sus brazos para darle la bendición y la bienvenida a la familia.
Byul no respondió ante la pregunta, solo se dio cuenta una vez más de lo enojada o más bien decepcionada que estaba su madre por ocultarle tremenda barbaridad. Desvió sus ojos hacia la casa buscando más allá de los invitados si lograba visualizarlas.
Se escuchó a un hombre hablando por el micrófono, deseando buenas noches a todos y agradecido con los que estaban presentes.
Byul supuso que era un amigo cercano de la familia. Entre las palabras del desconocido y otras por parte del padre de Eric, Byul solo se entretuvo — más para calmar sus nervios — arreglando los pliegues de su camisa.
La gente empezó a aplaudir al final del discurso, y la mayoría de estas se sentaban en las sillas para esperar de la comida y bebida mientras observaban las pantallas programadas para presentar los atributos de la finca Nam y su progreso todos estos años. Su madre sonreía a cada persona que pasaba por su mesa, los saludaba con la mano y a todo esto Byul solo la observaba de reojo.
Su madre nunca cambiaba.
Cuando la pista de baile se despejó, su campo de visión mejoró notoriamente. Justo al dirigir sus ojos a la entrada, iban llegando Yongsun y en sus brazos iba Sunnie.
Yongsun dejó a Sunnie sentada en una de las sillas, y ella se quedó detrás de esta con las manos en el respaldar, buscando por los lados a alguien.
Mientras tanto, Byul sonrió enamorada por el peinado tan tierno que seguramente Yongsun había copiado de internet para hacerle a Sunnie. La niña tenía unos zapatos de gamuza blanca, medias con un arreglo en sus tobillos y un vestido blanco a la rodilla que en las mangas tenía dibujado los colores de una guacamaya.