XVII

4.4K 753 87
                                    

Jungkook constantemente se sentía asfixiado, principalmente en su casa, lugar dónde su padre le hacía la vida imposible. 

Sus padres eran homosexuales, es decir que eran dos personas del mismo rango que se amaban. Estaría bien si no fuera porque ellos odiaban a los omegas y pensaban que estos debían desaparecer, solo dominar los alfas. 

A pesar de conocer dichos pensamientos Jungkook nunca llegó a pensar que le darían la espalda de ese modo, tampoco pensaba que sus padres podrían odiar a Taehyung por el simple hecho de ser amigo de dos omegas sucios, como ellos solían decir; al fin y al cabo, Kim también era un alfa.

Para el único hijo de los Jeon's, la carga de sentir el odio de sus padres, ser golpeado y hasta abusado por los mismos había sido un golpe fuerte que intentaba ocultar con una constante sonrisa en su rostro, no queriendo preocupar a los demás. Pero aquellas cicatrices en sus muñecas demostraban sus verdaderos sentimientos.

Seo-Joon lo había protegido muchas veces de los golpes, recibiéndolos por él. Odiaba eso. Odiaba que alguien más fuera golpeado por su culpa, solo debería desaparecer y todo se arreglaría.

El pequeño omega lo intentó. Hizo un corte aún más profundo en su muñeca, no había lugar para lágrimas porque luego de eso podría estar bien, feliz. Para su suerte, o mejor dicho para su mala suerte, su padre entró a su habitación evitando que muriera.

No entendía. No sabía si lo había hecho para extender su sufrimiento o porque algo dentro de su retorcido corazón sintió lástima por aquel omega en pena. No pensaba buscar respuestas.

Jungkook ya no buscaba una razón para ser feliz, no había tal razón. Su lobo lloraba junto a él en las noches que se hacían largas, llamando por su alfa destinado. El castaño reía ante ello, los destinados no existían para un omega como él.

Pero en aquel momento, rodeado de aquel aroma de almendras, un aroma protector, y sintiendo su lobo tranquilo, fue cuando pudo comprenderlo. 

Tal vez Kim Taehyung no era su destinado. Tal vez él era un alfa al igual que sus padres, buscando hacerle daño. Pero, solo por ese momento, se quedaría ahí. Recibiendo aquel abrazó que le hacía sentir sensaciones inigualables. No quería nada más que estar siempre rodeado de aquellos brazos, de aquel aroma.

-Kookie..- Llamó el mayor de los castaños. El nombrado se removió en sus brazos. -Busquemos ayuda- Jeon no necesitaba ayuda, solo lo necesitaba a él.

Por un segundo, solo por un segundo, Jungkook abrió sus ojos. Pudo ver a su lobo aferrado al pecho del lobo de su amigo, quien dejaba caricias en el cabello de su omega, los dos estaban en su forma humana. Parecían llevarse bien.

-No me dejes..- Su lobo habló junto a él.

-No lo haré... Nunca- Lo mismo sucedió con Taehyung y su lobo.

Una burbuja los rodeó. Sus aromas mezclándose. Corazones latiendo rápidamente, sensaciones nuevas, ansias por aferrarse a la vida, por sentir, por vivir, por sonreír, por amar.

Las emociones a flor de pie los llevaron a, lentamente, juntar sus rostros. Sus respiraciones uniéndose lentamente al igual que sus labios. Un simple roce, eso fue aquel beso, pero la sensación en sus bocas perduraría mucho más tiempo.

𝙲𝚘𝚗𝚜𝚚𝚞𝚒𝚜𝚝𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚊𝚕 𝙾𝚖𝚎𝚐𝚊 ||𝕋𝕒𝕖𝕂𝕠𝕠𝕜||²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora