𝐔𝐧𝐨

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Empecemos por ese día, ese permiso al parque.

—Papá, ¿me dejas salir unos treinta minutos?

—¿Por qué me avisas si no hasta ahora? —ni siquiera le miró hasta que se sentó encima del mármol—. Bájate de ahí.

Su padre estaba cortando el pollo para luego freírlo, en unas horas estarían por comer.

Eran las seis de la tarde.

—Sólo iré al parque.

—Pero no tienes tarea ni nada, ¿no?

—Estamos en vacaciones... —dijo el alfa y el omega se encogió los hombros—. Claro que no hay tarea, papá.

—Pídele permiso a Yoongi, no a mí. Si él dice que sí, en la próxima pelea puedo echárselo en cara.

Sus padres se querían. Se querían realmente, pero las peleas eran otra cosa, otro nivel, no conocían límites. Era como una batalla épica de la que Minho no admitiría, pero gustaba en admirar.

—Es sólo el parque que está a dos cuadras, papá —insistió—. No creo que sea un logro que sacar en cara a papá, sería muy absurdo. Mejor sólo pregúntale cómo está tu comida.

—Bueno, ve —antes de indignarse dio permiso—, Minho. Pero que sepas que nunca más podrás probar mi comida.

—Papá cocina mejor —se burló y salió a tropezones al ver avanzar a su padre omega con el cuchillo—. ¡Hasta nunca, pa!

Salió dramáticamente por la puerta, y pensó que quizá estaba pasando mucho tiempo con Hyunjin. Fue saludando a quien conociera, normalmente conocías a todos, era un pueblo pequeño que que se situaba antes del bosque.

Aún habían algunos críos jugando en los sube y baja, estaban con sus padres e inmediatamente le reconocieron y lo saludaron alzando sus pequeñitas manos, Minho imitó la acción con una sonrisa, amaba a los niños. Al cabo de unos minutos ya no estaban, porque como se mencionó; era tarde. Decidió prender el cigarro que había guardado en la sudadera azul.

A Jimin no le gustaba que Minho fumara, ilógico, su esposo le había enseñado. Es una gran figura paterna.

El verano no dominaba como debía ser, el frío lideraba, casi nadie salía de casa pero ahí Minho en los columpios fumando de lo más tranquilo hasta que lo vio a él.

Eran vecinos.

Siempre estaba curioso por aquel rubiecito, quien nunca salía a jugar. Entonces él iba a tocar la puerta de su casa para que fueran al parque juntos:

"Buenas tardes, señora mami de Han Jisung. No tengo con quién jugar, ¿él puede salir a jugar conmigo hoy?" —su piecito moviéndose de un lado a otro con nerviosismo nunca faltaba.

Su madre siempre decía: —Oh, lindo. No puede salir, tiene mucha tarea.

Y Minho se lo creía.

A eso de los diez ese cuento ya no se lo tragaba, ¿siempre estudiando? Puff. Imposible. Algo ocultaba ese niño, algo que llamaba e incitaba. Su infancia fue ajena, siempre estaba curioso en saber qué. ¿Qué pasaba en aquella casa para ser que el rubiecito nunca decidiera salir si no era la escuela? 

Al pasar los años lo olvidó, se distrajo con otras cosas, nuevas personas.

¿Adónde iba ahora?

Era tarde para salir, además era un chico que no socializaba mucho, en el instituto no hablaba con nadie, no tenía amigos y nunca salía de casa. Pasó justo en frente suyo. Definitivamente ya no era un niño, estaba sólo un poco más alto, sus caderas estaban peculiarmente más anchas, su figura era muy bonita, enloquecía. Caminaba con aires de indiferencia, estaba más lindo... ya era un omega definido.

❝Village, secrets and liers❞ ||MinSung||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora