Allí, más allá del pueblo, estaba el bosque y una fachada, los típicos refranes de la mansión embrujada. La lluvia impedían ir y ver lo que pasaba. No sabía qué iba a encontrar, si no de otra manera nunca lo habría seguido a él.
Si el Alpha era Minh...
Su cabellera espesamente negra se movía al contoneo de sus caderas. Más que un Instituto, parecía modelar sobre una pasarela. Vestía caro. Un collar de perlas se deslizaba por su cuello a causa de aquellos movimientos tan agraciados. Regalaba sonrisas que emocionaron a los demás. Era lo suficientemente guapa, como también lo suficiente despiadada y perversa.
¿Pero quién sabría?
A su lado un muchacho pelinegro, un poco más simple y serio, menos extrovertido. Una mirada cautelosa se esparcía por los esos orbes negros. Un poco más alto, de un porte intimidante, pero igual una sonrisa que llamaba la atención. Llenos de curiosidad se vieron por su rostro, era guapo. Claro que Seo Changbin era guapo.
La población estudiantil se veía maravillada por aquellos dos nuevos individuos.
Una Omega y un Alfa.
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Culpable.
Era malditamente culpable de lo que pasaba a su alrededor. Si él hubiera llamado a la policía, apenas llegó a casa, esto no hubiera sucedido. Pero no llamó.
Aquella chica la del bosque, posicionándose como Kira, estaba en sucediendo al trono social, tenía a todos revoloteando alrededor, preguntando e interesados. Quien la viera no pensaría que era una amenaza, después de todo el estereotipo de ser un omega la hacía verse débil.
—Bro —Hyunjin pinchó su burbuja de pensamientos, haciéndola explotar—, ¿qué te pasa? Hasta aquí se huele tu tensión, tus feromonas son fuertes, contrólate. Y no es que me guste admitirlo, pero me estás poniendo nervioso a mí.
—Oh, lo siento.
Y al ser un alfa pura sangre, en verdad no.
Tenía el doble de todo, era más fuerte, o más inteligente a lo que debía ser un alfa común. Una criatura de las que ya casi no veías por las calles.
Muchos podrían decir que era como estar en la cima, pero Lee Minho lo probaba como una cucharadita de maldición. Odiaba su naturaleza, así de fácil, aunque muchos le dijeran que debía ser tonto al no querer estar encima de los demás. Era como un animal, completamente irracional, a veces. Un sanguinario por índole, un cazador agresivo. Trataba de no ser tan brusco cada vez que le tomaban desprevenido, pero era un instinto.
—Estás raro —acusó Seungmin, siendo un beta—. No sé qué pasa, pero presiento que tiene que ver con esa chica. No dejabas de verla, ¿te llama la atención?
"No de la forma que tú creerías".
Pasaban por el parque, repleto de árboles, pajaritos y alguna que otra persona. Seungmin, Hyunjin y Minho yendo en dirección a casa, conversaban sobre el primer día de clases y sus novedades mientras que Minho miraba el piso, distraído en sus pensamientos.
