𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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—¿Te caíste mucho cuando te doliste del cielo? —besó sus piernas.

—Sí —sonríe grande—, me caí mucho.

El sentido del gusto está en la lengua, es entonces que aunque sea de mañana, Jisung sabe que sus labios son el mejor desayuno que puede probar.

Vio al castaño correr hacia el baño, él mismo escogió su ropa para ir al Instituto, sólo que hoy era distinto porque no lo acompañaba, ni tampoco mañana.

Siempre volvería a ser distinto.

—Vamos a llegar tarde otra vez si no nos apuramos —advirtió desvistiéndose.

Entonces repasó con dulzura todo su cuerpo que estaba mínimamente trabajado, pero aún así le despertaba un montón de sensaciones que eran ansiosamente inolvidables.

—Ah, pero es que yo voy a ir al médico a verme lo de la pierna —le abotonó la camisa azul.

—Entonces, me voy —besó su frente y tomó su mochila.

Se presentía que era muy simple como para ser un adiós definitivo, Jisung supo que una parte de él se iba con Minho a la escuela, una parte que jamás regresaría y que incluso él, no volvería a ser lo mismo.

—¡Minho!

—¿Qué? —volvió enseguida.

Sintió que podría decirle todo, pero era una mentira si tan sólo pensara en que Minho podría alegrarse al ver una prueba de embarazo con dos rayitas en ella, no quería pelear, no quería tener un mal recuerdo de su primer amor.

—... Te amo —expresó con pena—, te adoro mucho.

Porque Jisung prefería afrontarlo todo él solo.

—Yo más —besó su frente y sonrió enormemente—, Sung.

El hombre que posiblemente lo había querido más que nadie en toda su vida, se había ido y posiblemente en un par de horas cuando volviera del Instituto, lloraría y le odiaría con el alma por ser tan terco y no despedirse.

No era conveniente saber que sus maletas estaban listas, y que su relación acababa hoy mismo, porque le habría detenido de alguna u otra manera.

No podía quedarse cuando la reina se derrumbara en su propio tablero de ajedrez.

Tomó uno de los libros de Minho y se puso a escribir un montón de cosas que no podía guardar, no podía ser tan frío y no dejar nada.

Se dejó la camiseta del alfa abajo de una camisa blanca y se colocó sus pantalones azules, bajo a la sala, para encontrarse al padre de su pareja, Yoongi, porque le dolía el estómago.

—Adiós, tío.

—¿Abortarás?

Minho podría ser un alfa pura sangre, saber cosas que otras no, pero su padre era otro cuento, era un hombre experimentado que sabía lo que era un aroma a maternidad en el cuerpo de un omega, no podía compararse con Minho quien sólo tenía ojos para él.

—No te asustes, si lo haces no te detengo, si quieres mi opinión... no, de hecho mi opinión no debería ser dada, no quiero que afecte tu decisión —apagó su tableta y la dejó a un lado.

—¿Entonces? —esquivó.

Quería llorar, sentía vergüenza de sí mismo aunque sabía que el papá de su novio no lo miraba con mala cara, ni lo estaba humillando. Simplemente no es una situación en la que quisiese estar.

❝Village, secrets and liers❞ ||MinSung||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora