𝐐𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞

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Changbin perdió a sus padres al nacer, por lo que su tío Yoham lo crió, entonces fue ahí cuando se prometió cuidar la flor más delicada e ingenua.

Recuerda la primera vez que vio a Kira, la hija escondida, era un año menor que él, pero sin duda parecían más, era bastante pequeña.

Esa era la gran conmoción que movía todo en el clan Nakamura y demás, ¿cómo era posible que la niña estuviera tanto tiempo escondida del seno familiar?

Oh, cierto, era una infame omega.

En medio de la noche había despertado porque su puerta estaba abierta. Alguien estaba dentro.

Tomó su lámpara de noche antes de pararse y pisar profundamente algo donde no tuvo equilibrio y cayó al piso rompiendo su única arma de paso.

—Ay, ¡me pisaste!

Kira estaba arropada en el piso con sus propias sábanas y una almohada, junto con un olor en particular. Seo Changbin de once años la seguía aplastando su pequeño estómago.

—¿Qué haces aquí? —gruñó disgustado—. ¿Quieres pelear, cosa fea?

—No.

—¿Entonces?

Me vomité encima —sollozó con voz chillona—. No quería, no te rías... eres malo~.

Changbin bajó del auto.

Claramente Kira era una omega, pero a veces deducía que con la gran carga de ser una líder fenomenal, lo  que por consecuencia no la dejaría tener una vida normal. Adoraba a esa mocosa, era más su hermana que su prima, se habían criado juntos.

Ya no era tan así una niña, iba al paso de convertirse en una mujer muy bonita, es por eso que siempre todos la estaban cuidando como la gran gema de la familia Nakamura, sin lugar a dudas, ella brillaba.

O brilló, estaban bastantes cansados, luego de esto tenían que ir a administrar el nuevo club nocturno que se inauguraría pronto. Lo daría todo para volver el tiempo donde Kira se vomitaba encima cada que estaba asustada, ahora todo era muy complicado.

—Tienen visita —avisó un subordinado, apenas abrió la puerta.

Seo Changbin poseía un intelecto fuerte y un carácter inquebrantable ante cada situación.

Y aunque fuese un beta, Changbin podía deducir por la voz cautelosa y minuciosa en cada momento del hombre solo poco mayor que él.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no caminas? —esa voz chillona se expresó con fatiga—. Ve y ocúpate del Hanami con Lix, Binnie. Tomaré responsabilidad.

Empujando al guardia y dejando a su primo atrás, se adelantó a los hechos, con su zapatitos de tacón fue hasta su propia sala donde yacía un hombre uniformado y botas manchadas de barro en ellas.

—Buenas tardes, oficial —sonrió—. ¿Qué lo trae por aquí? ¿Gusta café? O, ¿tal vez un té?

—Un té estaría mucho más que bien, señorita Nakamura —ella asintió, entonces inmediatamente alguien le serviría té—. Supongo que usted es tan energética como suelen decir.

—Me gusta socializar mucho, ¿qué podría decir? Ellos hacen que yo quiera ser tan amable...

—¿Viven solos? —miró la enorme sala—. Me refiero a Seo Changbin, esperaba tener el agrado de su compañía.

Debía ser sagaz en cuanto a qué decir y qué no.

—Conmigo es suficiente, no existe nada más ni menos que yo conozca que Binnie. Y sí, vivimos solos.

❝Village, secrets and liers❞ ||MinSung||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora