—Vete a la mierda.
—Eres un puto obsesivo, sé que quieres besarme, por eso siempre vuelves, por eso estás aquí. Todavía cuando la mierda te está pisando los talones, Felix —a sus espaldas volvió a decir esa voz que le ponía tan vulnerable y terco a la vez.
—Ya te dije, vete a la mierda —repitió.
El rubio decidió que era un buen tiempo para ir a conocer el pueblo, y emprendió un camino pasando al lado de la carretera para no perderse.
Estaba abrumado como nunca, la ansiedad subía y bajaba por su nuca. Era de tarde, no podía darse el gusto de tener un pánico de los suyos en calle, entre el follaje verde de los altos árboles.
Kira había pasado el resto de la semana en casa, era una chica de dieciséis, casi una niña, pero su cuerpo era un soporte especial, no era débil, no se había desmayado ni gritado, tampoco había llorado como cualquiera pensaría que haría.
—Algún día esto será irracional, como el cuento que les arrullaré a mis hijos cada noche, y ellos reirán, porque no sabrán nada y eso estará bien —había dicho ella, con una calma intranquilizadora que hizo al chico morderse las uñas.
Trastabilló contra la pequeña caja de juego que se atravesaba en frente de sus zapatos.
Jeongin era un caso aparte.
Traer, o arrastrar como le diría él, a una criatura inocente a éste mundo de incertidumbre y mentiras, era sumamente peligroso. Tampoco entendía muy bien el porqué de citarles en un sitio casi fuera del pueblucho de donde estaban.Jisung venía después con eso de que tenía todo controlado, pero Felix tenía su cierta parte con desconfianza. Han al comentar que si lo tenía bien con su tarea, había mordido sus labios de una manera compulsiva, pero parecía calmado. Él mismo lo hacía, eran consecuencias de la ansiedad.
Y para culminar, Seo Changbin.
Felix nunca tuvo una familia, amigos o alguien en quién confiar.
Hasta la llegada de ese niño de catorce que se paseaba por ahí haciendo entregas pequeñas de cocaína en su orfanato. Quizá le había dedicado toda su pre-adolescencia, enamorado de él, cuando sabía que no podía alcanzarlo, incluso siguiéndolo hasta que supo a qué se dedicaba su familia.
Changbin siempre solía usar una gorra roja, la ropa negra y según muchos, no era un tipo de palabras. Pero lo vio entrar en una casa enorme. Era un chico que solía aparentar de todo, porque venía de una de las familias más influyentes y maliciosas.
—¿Quién eres, rubio?
En su largo paseo desde el bosque y el pueblo había terminado en uno de los columpios de un pequeño parque, balanceándose como un niño abatido al que le habían quitado los dulces.
Oprimido de en cuanto a sus deseos y respuestas.
—¿Quién eres tú, castaño? —rebatió al alfa que estaba tomando lugar en el columpio contrario a su izquierda, era un tanto peculiar.
—Minho.
Joder, pensó de primeras, la presa de Jisung.
—Uhm, vale.
—¿Vas al Instituto? —continuó—. No te he visto.
—No importa —restó con una sonrisa cargada de dientes y a Minho no se le pudo evitar formar en la cabeza que ese chico era confiable—. Soy Felix.
—¿Que eres feliz?
—¡Mi nombre es Felix!
—Ah, tiene más sentido, te ves medio sonso. Tu cara no se ve como extranjera —asintió para sí mismo con una sonrisa pegada en el rostro—. Y entonces, ¿cuál es tu problema?
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❝Village, secrets and liers❞ ||MinSung||
FanficAllí, más allá del pueblo, estaba el bosque y una fachada, los típicos refranes de la mansión embrujada. La lluvia impedían ir y ver lo que pasaba. No sabía qué iba a encontrar, si no de otra manera nunca lo habría seguido a él. Si el Alpha era Minh...