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Ya han pasado dos días desde que Berlín vio a su chico de ojos marrones llamado Amadeo y necesitaba verlo otra vez, sin aguantar un minuto más agarró su teléfono para llamarlo.

Maldito mocoso me a vuelto loco.

Eran la única frase que se repetía en su cabeza, estaba fastidiado y enojado porque no podía estar pensando en él cada rato cuando se burló como una semana o más de su tío Lucio cuando les contó su historia con papá y el saber que él estaría pasando lo mismo lo hizo maldecir a Lucio porque este le dijo... deseo con todas mis fuerzas que pases por lo mismo y era lo que le estaba ocurriendo ahora.

Maldito Lucio...

Amadeo...- me giro rápido mirando hacia la puerta de mi cuarto donde me encuentro al tarado de mi hermano riéndose de mí.

- niño bonito, papá va a la clínica ¿lo acompañamos?...

Obvio...- me pongo de pie, tomo de mi escritorio la billetera, guardo el celular en el bolsillo, mi saco y baje rápido.

¡¡Pa te acompañamos!!, estaremos más tranquilos si no vas solo...- llego a su lado para dejar un beso en su mejilla.

Gracias chicos, yo no les pregunté porqué no quería molestarlos con los tareas...

Pueden esperar, para tu buena suerte tienes hijos nerds...- kyo se para a nuestro lado dándome una mirada cómplice que mi padre no ve por estar caminando delante de nosotros. 

Al llegar a la clínica lo ubican con la vista en la cafetería, Tokyo le hace seña de que vaya pero Berlín niega con la cabeza tomándolo por sorpresa, pero lo que él no sabía, era que primero se quería asegurar el bienestar de su papá, luego estaba su chico de ojos marrones llamado Amadeo, cuando llegaron al pasillo que los llevaba al cuarto del abuelo comenzó a sonar su cuello preparándose para pelear nuevamente... si a eso podía llamarle pelea.

A esos idiotas no los consideraba rivales para él y su hermano, el gitano los había entrenado bastantes bien, para peleas peores pero qué más daba, él odiaba a toda la familia de su padre y si tenía que rebajarse una vez más lo haría sin problemas, miro a kyo y estaba haciendo lo mismo, se miramos sonriendo al estar pensando lo mismo.

Buenas tardes, ¿hay alguien dentro?...- miramos a los dos chicos sentados frente a nosotros.

Obvio, mamá y papá...- el tarado se pone de pie como si le tuviéramos miedo, saca pecho metiendo sus manos en los bolsillos como si eso nos intimidara, con mi hermano nos miramos y reímos.

Tus padres querrás decir...- le escupo las palabras pero no dice nada, sonrió con superioridad al ver marcas adornando su fea cara.

Acaso...

No te alcanzo con lo del otro día Mauro ¿quieres otra dosis? el va a estar encantado...- sonrio ante las palabras de papá, se que no le gusta mi temperamento, me a retado millones de veces por eso, pero por las cosas que nos contó de su hermano se que no le molestaría para nada que le pegue y siendo franco yo aún tengo ganas de golpearlo, le e tomado mucho rencor en todo este tiempo.

Pruebame, seria una pelea justa, el otro día me agarró distraído...- los tres nos reímos en su cara.

Ok, si te sientes digno de pelear con mi hermano muero por ver qué es lo que puedes hacer bicho feo...- choco puños con kyo.

Berlin caminó hasta estar frente a Mauro aunque pensó que su padre lo detendría, pero para su suerte no fue así, cuando lo agarro del cuello para tirarlo contra la pared de enfrente ve de reojo al otro tirado en el piso, mira a su costado y ve a kyo mirando con odio hacia el piso por lo que supone que el idiota otra vez quiso golpearlo por detrás, por distraerse Berlin recibió una piña en su costado derecho pero ni se movió dejando sorprendido a Mauro el cual tiene enfrente, si hay algo que aprendieron del gitano fue a disimular el dolor aunque la ventaja de tener un cuerpo bien trabajado es que los golpes duelen menos, lo mira con odio antes de tirarlo al piso y cuando va a golpearlo al escuchar su nombre siendo gritado se detiene, mira a su costado al no reconocer la voz encontrándose con su chico de ojos marrones.

El Sumiso... Seras tu...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora