3

95 26 38
                                    

—Malía despierta.

 Una voz masculina sonó, sacándome de la ensoñación. Abrí los ojos como pude, encontrándome con unos marrones que me miraban expectante. Mi voz salió ronca y apagada.

—¿Quién eres?

—Vine a sacarte de aquí.

Las alarmas sé encendieron en mi cabeza.

—No puedo... —el me miro expectante a que continuara un poco contrariado. —No puedo irme de aquí, debo quedarme.

—No sé qué tipos de cosas te han metido en la cabeza, pero tú no perteneces aquí, y voy a sacarte.

 Quise refutar, pero mi voz no tenía la fuerza suficiente. No sabía con qué me habían drogado, o que tan fuerte era, supuse que bastante, en cuanto vi que el muchacho me liberaba de los amarres que rodeaban mis manos con un chasquido de dedos.

—Vamos.

 Sus brazos me rodearon alzándome cual princesa en apuros, sus ojos me recorrieron el rostro esperando por una reacción, aunque sea mínima, en forma de reproche, pero lo deje ser. Lo más probable es que estuviera soñando y pelear no serviría de nada, no es que pudiera, de todos modos. Abrí la boca para decir algo y el me interrumpió en un murmullo.

—No tienes que decir nada, ya te aclararan todo en el instituto.

 No tenía la menor idea de a qué instituto se refería, pero no quise desobedecerlo. Algo en su voz me llenaba de calma y hacía que quisiera decirle que si a todo lo que me dijera. Cerré mis ojos y me deje llevar por Morfeo, sabiendo que en cuanto despertara todo habría sido un sueño.

 Cerré mis ojos y me deje llevar por Morfeo, sabiendo que en cuanto despertara todo habría sido un sueño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

 Abrí mis ojos sintiendo que había dormido la mejor siesta de mi vida. Mi cuerpo se sentía extrañamente bien y no tan agotado como la noche anterior. De solo pensarlo los recuerdos me azotaron con fuerza haciendo que me sentara con rapidez sobre la cama.

 Y ahí fue cuando me percate de que no estaba en la habitación del loquero, si no que me encontraba en una especie de enfermería con un montón de camas a mi alrededor parecidas a la mía. Las paredes se alzaban en un roble oscuro haciendo el lugar muy acogedor, y la leña quemaba crepitante en una hoguera frente a mí. Ese sonido me hubiera calmado en otras circunstancias, pero el solo hecho de no reconocer nada de lo que me rodeaba me ponía los pelos de punta.

 Observe mis muñecas percatándome de que ya no se encontraban amarradas, aunque si se percibía un círculo rojizo alrededor de ellas resultado del agarre.

¿Dónde mierda estaba?

 Mas recuerdos se adentraron a mi mente confundiéndome aún más. Unos ojos castaños observándome, un chico cargándome y una voz pacifica que me llevo al sueño. Gire mi rostro para encontrarme con el dueño de esos recuerdos dormido en la cama continua, aunque el a diferencia de mí, se veía sano y solo un poco despeinado.

Delirios [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora