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 Miro a mis lados desorientada sin saber dónde estoy, todo está a oscuras. Una pantalla se enciende frente a mí, y ahí asimilo todo. Estoy en una sala de cine, pero no entiendo como he llegado allí.

 Unos números aparecen en la tv gigante, haciendo cuenta regresiva como en las películas antiguas. Una imagen aparece, y mi boca se ensancha cuando reconozco a la persona allí. Es Amy, y me sonríe.

 La imagen se aleja mostrándome su alrededor, y un flashback me golpea con fuerza al verme a mi junto a ella. Mi cabello rojo opaca al suyo castaño, y estos vuelas despeinados por acción del viento. Estamos corriendo juntas y la cámara nos sigue a la par. Ese día habíamos salteado clases para ir a ver una película que Amy había estado esperando hace mucho, y justo cuando salimos del colegio, la secretaria de dirección nos atrapo en el acto. Así que corrimos, y nos reímos. Vimos la película y luego volvimos a casa esperando una reprimenda. Pero mi madre estaba borracha, como siempre. Así que pedimos pizza, y charlamos sobre el día en nuestra habitación, hasta que el sueño nos venció.

 El video finalizo y las luces se apagaron, y me quede allí sin poder reaccionar. Me sentía feliz y triste al mismo tiempo, era una mezcla de sentimientos que no podía equilibrar. La extrañaba.

—Yo también te extraño Malía.

 Esa voz. Era ella.

 No pude decir o hacer nada, más que mirar a mis lados en busca de su rostro.

—No estoy aquí Malía, estoy en tu mente. Tiene que irte de allí.

 Hice caso omiso a la voz y volteé en busca de ella. La emoción opacaba la cordura. Necesitaba verla.

—Tienes que irte de allí Malía, estas en peligro.

 Las lágrimas empezaron a caer y la desesperación me abrazo.

—¿Dónde estás? Necesito verte, te necesito conmigo. No sé cómo manejar todo esto —dije en sollozos hablándole a la nada.

—Estoy siempre contigo, no lo olvides.

 Me erguí de golpe sobre la cama y me percaté de que había sido un sueño. Estaba agitada, y aun sentía la desesperación dentro de mí. Unas manos me sostenían los hombros y levante la mirada para encontrarme con la del castaño, que estaba un tanto preocupada.

—¿Estas bien? —dijo el, tratando de descifrar mi rostro. Asentí levemente, pero su expresión no cambio.

—Fue solo un sueño, tranquilo.

 Él se alejó levemente, no convencido del todo. Pude notar que había comida frente a mí, y mi estomago gruño en respuesta.

—Hemos dormido una eternidad, fui a buscar un poco de comida, no quería levantarte —dijo, y se sentó frente a mi tomando un sándwich de lo que parecía ser pollo—. Traje de todo, no sabía que te gustaría.

—No soy exigente con la comida, me gusta todo —le sonreí y tomé otro de los sándwiches que se encontraban allí, dándole un bocado.

—A mí también, aunque si tiene coco, automáticamente lo dejo, creo que es lo único que no me gusta tanto.

—El coco es riquísimo.

—Estas loca mujer —hizo una mueca de asco que me saco una sonrisa—. ¿Te está gustando?

 Señalo al libro que había estado leyendo antes de quedarme dormida. "El Bazar de los Malos Sueños" de Stephen King, un recopilado de cuentos que gritaban terror del más puro.

Delirios [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora