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—¡Maldita! —exclamo Freya frustrada, mientras batallaba con la maleta frente a ella.

 Era viernes por la noche, lo que quería decir, que mañana temprano la mayoría de los estudiantes volvían a casa por el fin de semana con sus familias. Yo tenía una decisión que tomar, irme para siempre o quedarme, y hasta ahora no había llegado a ninguna solución. Sabía que nadie me apuraba, pero había estado tan ocupada durante la semana que no me había detenido a pensar que iba a hacer.

 Me acerque a la rubia, llamando su atención.

—Yo me siento arriba y tu cierras las trabas, ¿vale?

 Ella asintió y procedimos a llevar a cabo mi idea. En cuanto estuve sentada en la maleta, Freya logro cerrarlas en dos toques, y sonreí triunfante. No tenia ni idea de cuanta ropa podría llevarse para solo dos días, pero la maleta estaba a rebosar.

—Realmente voy a extrañarte si te vas, ¿lo sabes? —dijo ella, tomándome por sorpresa.

—Yo a ti, pero es complicado...

 Me senté en la cama y bajé mi mirada sin saber que decir. De a ratos quería quedarme y en otros quería irme, pero siempre terminaba optando por la primera. Aunque estaba mi madre, y eso siempre terminaba por arruinar todo, devolviéndome a la decisión de irme.

—No quiero parecer entrometida, y sé que vas a contarme todo cuando estés lista, pero... ¿qué es lo que te impide quedarte? Se que algunas chicas no fueron de lo mejor contigo, pero veras que eso...

—No es eso, puedo soportar a un par de chicas amargadas. Es mi madre, no puedo dejarla sola —confesé y alcé mis hombros en resignación.

—Vale, puedo entender eso —dijo Freya sentándose a mi lado—. Dylan y yo perdimos a nuestros padres de muy pequeños, y nuestro abuelo nos mandó aquí, siempre vuelvo los fines de semana a verlo, lo extraño bastante.

—Yo solo tengo a mi madre por ahora, y aunque la mayoría de las veces nos peleamos como gatos, la quiero.

—Puedo entenderlo, me pasa con Dyl siempre —dijo haciendo una mueca y sacándome una sonrisa—. Creo que perteneces aquí Malía, y que a pesar de todos los líos que pudieran ocurrir, este lugar te ayudara, lo hizo conmigo. Si tu madre te quiere entenderá que elijas quedarte, pero eso es solo mi opinión, y solo quería que la sepas.

 Creo que Freya no sabía lo mucho que me hacía falta escuchar aquello, y que su consejo realmente me había ayudado. Nos quedamos charlando unos minutos más hasta que el sueño nos venció, y me fui a dormir deseando que no se vaya el fin de semana, realmente me iba a sentir solitaria.

 Nos quedamos charlando unos minutos más hasta que el sueño nos venció, y me fui a dormir deseando que no se vaya el fin de semana, realmente me iba a sentir solitaria

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 Unos golpes en la puerta me levantaron a regañadientes. Salí de la cama medio dormida, encontrándome con que Freya no estaba, en su lugar, unos pequeños muffins se encontraban sobre su cama con una nota sobre ellos.

 "Te extrañare. Por favor, no te vayas sin despedirte. Nos vemos en dos días. Freya."

 Sonreí ante el regalo y los golpes retumbaron nuevamente irritándome un poco.

Delirios [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora