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 Me restriego los ojos con la mano tratando de aliviar el cansancio que hay en ellos y vuelvo a enfocar mi vista en el libro frente a mí. Nos encontramos hace mas de tres horas en la biblioteca, averiguando cosas sobre mí, o más bien, sobre las banshees en general. Al parecer, soy una persona en extinción. Según Dylan, el gen Banshee se pasa de familia en familia, pero solo las mujeres pueden tenerlo latente, aunque eso no significa que todas las mujeres lo tengan. En resumen, puede aparecer una banshee cada muchos años, y yo he recibido el gen por mi padre, que se lo paso mi abuela. Ella fue la última banshee O'Brien viva, pero yo nunca la conocí.

 Gracias a que somos una en un millón, la información sobre nuestra especie es escasa, realmente super escasa. Hemos tratado de recopilar textos de varios libros, pero estamos perdiendo mas tiempo leyendo en busca de la información, que informándonos en absoluto.

—Aquí dice que tu grito puede matarte, como a su vez a otros —dice Dylan sacándome de mis pensamientos. Enfoco la mirada en él, y me quedo callada hasta que el me observa.

—¿Estas de broma? Cada cosa que encontramos es peor que la anterior.

—No un grito normal, tiene que ser un grito poderoso, lo mismo puede pasarme a mí, si utilizo más magia de la que mi cuerpo puede soportar, es normal, debe haber un balance.

 Suspiro y me dispongo a seguir leyendo, aunque ya he perdido el párrafo en el que estaba. Mujer de los tumultos, grito arrollador, llanto de dolor. Siempre las mismas palabras, y para nada halagadoras si debo decir. Una imagen se extiende sobre la página y me detengo en ella. Es una mujer gritando, con un vestido que la cubre por completo y sus ojos cerrados en señal de perdición, e incluso tristeza. Habíamos revisado tantos bestiarios, con imágenes de criaturas que jamás había oído nombrar, imágenes de ellas que causaban intriga y curiosidad al leer. La imagen de la banshee no me causaba nada de aquello, si no que me provocaba soledad. Atisbo un pie de página en letra desprolija, y de inmediato me doy cuenta de que alguien lo ha escrito y no forma parte del libro. Psicometría.

—¿Qué es la psicometría? —pregunto curiosa y el castaño me observa.

—Algunos brujos pueden controlarla, pero es bastante complicado. Es la capacidad de ver el pasado a través de objetos.

—Explícate —le digo, con la curiosidad abrazándome por primera vez en horas.

—Tocas un objeto que le perteneció a alguien, un objeto que tenga un lazo especial con esa persona, y si te concentras lo suficiente sacas información de él.

 Unos libros golpean con fuerza la mesa y Freya se sienta junto a nosotros llevándose mi atención.

—Nuestro abuelo puede hacer eso —dice con un atisbo de orgullo en sus ojos.

—¿Psicometría?

—No sabia que se llamaba así, pero sí. Recuerdo que el solía descubrir cuando hacíamos algo malo tocando nuestros juguetes o incluso nuestra ropa. Nunca entendí como lo hacía, Dylan heredo sus poderes y no puede —dijo y se alzó de hombros.

—Porque nunca le importo siquiera enseñarme, y aun no lo descifré yo solo —dijo con una mueca, y me abstuve de preguntar por él.

 Freya hablaba de su abuelo como si fuera su persona favorita en el mundo, mientras que Dylan siempre se había mostrado algo distante con relación a aquello. Recordé cuando me dijo que el instituto era su hogar y que por ello no volvía a casa con Freya. Miles de preguntas me asaltaron, pero no me atreví a hacerlas.

—Me ha dicho que conocía a tu abuela —dijo Freya y mi atención se volvió por completo a ella.

—¿Mi abuela?

Delirios [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora