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—Debes seguir intentándolo, veras que le agarraras la mano —dijo Freya, mi compañera de piso, mientras se amarraba el cabello en una coleta.

Hace una semana que me encontraba en el instituto, y las cosas se me estaban tornando complicadas. Me habían asignado un horario, y lo estaba siguiendo a raja tabla. La mayoría de las materias podía llevarlas adelante, aunque nunca había visto este tipo de temario, se me daba bien estudiar. Pero cuando se trataba de otro tipo de materias, como Combate, se me daba fatal. Jamás habían sido mi fuerte los deportes, pero aquí esta materia era obligatoria. Mis clases particulares no estaban yendo del todo bien, y me frustraba un poco.

—Además, solo van un par de días Malía, no puedes rendirte aún.

—¿Quién lo dice?

—Pues yo, lo digo yo —respondió, regalándome una sonrisa condescendiente.

Rei ante su comentario autoritario y le regale un vistazo, apreciándola. Freya era realmente preciosa, y a diferencia de otras chicas en el colegio, era muy simpática. Su cabello rubio ceniza le llegaba por los hombros, su tez era blanca como el papel, y sus ojos de un marrón intenso, irradiaban felicidad siempre. Nos habíamos llevado bien desde el principio, y agradecía internamente tener una cara amistosa dentro de tanta confusión.

Tomo su bolso y se despidió para dirigirse a la cafetería, era la hora de la cena, pero yo tenía Combate antes, y maldecía mentalmente tener que levantarme de la cama.

Me vestí rápidamente con unas calzas y una remera, apurando el paso hacia la pequeña aula donde se dictaba mi clase. Cuando llegue, Terrence, mi profesor, me esperaba acomodando un par de objetos. Me disculpe por la tardanza dejando mi bolso a un lado y me acerque a él, que me esperaba con una sonrisa.

—Vale, vamos a seguir reforzando las posturas como la clase anterior, tienes que practicar esto antes de empezar con cualquier ataque o defensa.

Asentí y me posicioné como había aprendido anteriormente, mientras el me corregía y me apuntaba como hacerlo.

—Una vez que lo tengas bien practicado ya te saldrá natural, e incluso cambiará tu postura cotidiana.

—Y eso será el año que viene.

El rio ante mi respuesta y negó levemente.

—La mayoría de los estudiantes que llegaron a tu edad pasaron por la misma frustración, antes de que lo notes vas a estar entrenando con los otros, ya verás.

—La mayoría de los estudiantes que llegaron a tu edad pasaron por la misma frustración, antes de que lo notes vas a estar entrenando con los otros, ya verás

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Y así se pasó la siguiente hora, yo posicionándome, el corrigiéndome. Se estaba volviendo aburrido, pero de a poco entendía y eso me subía un poco los ánimos. Me despedí de el con un vaivén de mano y me dirigí a las duchas, agotada. Tenía suerte que a esta hora había poca gente, odiaba los tumultos y las multitudes.

Me adentre al vestuario y las pocas chicas que había allí me regalaron miradas despectivas, como siempre. Según lo que me dijo Freya, se había corrido el rumor de lo que era yo y la mayoría de los estudiantes no brujos se sentían intimidados. En cuanto yo me mostré preocupada, ella había intentado calmarme, aunque logrando lo contrario.

Delirios [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora