17

18 6 20
                                    

Una semana había pasado desde la fiesta y Freya seguía sin volver. Me la había pasado todos estos días prácticamente sola y no me quejaba, después de todo, siempre lo había estado y se había vuelto costumbre. Lo que si me preocupaba era el paradero de mi amiga, y nadie parecía querer calmar mis dudas. Todos los días, al finalizar el horario escolar, me dirigía hacia la enfermería en busca de noticias, pero nada. Prudence no me hablaba, la señora Warren no me notificaba nada, y yo estaba perdiendo los estribos. Se me había pasado por la cabeza muchas veces ir directo a la fuente y preguntarle a Dylan, pero desde aquel día donde todo salió de control el no me hablaba, y no parecía que fuera a hacerlo en poco tiempo. Era como si nuestra relación se hubiera esfumado de un día para otro, y si no fuera porque Freya me había explicado el motivo, yo estaría en incertidumbre por saber que ocurría.

En fin, trataba de no darle mucha vuelta al tema y concentrarme en lo importante. Freya. Había determinado que si no sabía nada de ella en dos días entraría en pánico e iría a hablarle al castaño, mientras tanto, solo quedaba esperar.

Me abrí paso al salón de entrenamiento encontrándome con una multitud de estudiantes ya dispuestos. Algunos me miraron de reojo mientras otros solo me ignoraron. Me adentre decidida en dirección a la entrenadora, que se encontraba tomando lista en el centro del lugar.

—Disculpe, soy Malía O'Brien, hoy debía comenzar mis entrenamientos en grupo —le dije dubitativa al ver que no me prestaba atención.

—La banshee —dijo, mientras anotaba algo en su planilla—. Hoy haremos pruebas de especies, debes buscar a los brujos y agruparte con uno de ellos. Comenzaremos en unos minutos.

Me quede observándola sin saber que decir, hasta que su mirada se posiciono en mí de forma prejuiciosa.

—No tenemos todo el día O'Brien.

Quise decirle que no sabia donde se encontraban los brujos, que realmente esperaba entrenar con otra gente ya que no podía soportar la idea de estar con Prudence y con Dylan a solas, pero nada salió de mis labios.

—Yo me encargare —dijo una voz masculina detrás de mi y supe de inmediato quien era.

La entrenadora solo asintió para luego irse hacia un grupo de hadas que se encontraba mas allá. Me voltee a regañadientes encontrándome con los ojos chocolate de Dylan analizándome.

—Puedo entrenar con Prudence, no tienes porque hacer de niñero —dije a la defensiva.

—Prudence no entrena en grupo, vamos —dijo y se volteo sin siquiera confirmar si lo seguía. Acelere mi paso detrás de él, maldiciendo mentalmente. Prefería mil veces a una Prudence gruñona que a un Dylan en modo imbécil.

Nos posicionamos en una esquina mas alejada del resto de los estudiantes y lo mire de reojo sin querer que él lo notara. Se veía guapísimo como de costumbre. Su cabello estaba un poco mas largo que normalmente, y una barba apenas notoria se asomaba por su barbilla. Una sonrisa se esparció por su rostro en señal de que me había pillado observándolo, y corrí mi mirada rápidamente posicionándola en algún punto frente a mí. Pude notar a Trevor un poco alejado de nosotros que hacía pareja con Georgia, y un nudo se formo en mi estomago de forma involuntaria. Los lobos abundaban en la escuela, lo había notado hace bastante, pero nada se comparaba a las hadas, las había en multitud y dominaban el lugar.

La entrenadora comenzó a dar instrucciones sobre lo que haríamos hoy, y me emocione al notar que entendía todo lo que ella explicaba. Ya no me encontraba en un oasis de gente sobrenatural sin saber lo que me rodeaba, ahora tenia conocimientos sobre lo que implicaba estar aquí, y se debía en gran parte a todo lo que había estudiado en estos últimos días. No es que tuviera mucho más para hacer.

Delirios [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora