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 Abro los ojos y me estremezco del frio que me rodea. Me levanto abrupta al notar que no estoy en mi cama, si no que me encuentro rodeada de bosque. Es de noche y el frio me escuece los huesos.

 ¿Cómo había llegado ahí?

 Mire a mis lados en busca de una señal familiar, sin encontrar nada. Estaba completamente sola.

 Un ruido me saca de mis pensamientos y volteo rápidamente. ¿Qué mierda?

 Se veía lejano, pero estaba casi segura de que era un animal. Este se acercaba a mi con paso ligero, y no supe que hacer. En cuanto estuvo frente a mi pude asimilarlo con detalle, era un lobo, blanco como la nieve y con unos ojos azules preciosos. Siempre había sentido cierta fascinación hacia estos, pero ver uno tan de cerca me dejaba sin palabras. El me miraba, y yo no sabia si huir o solo quedarme quieta. Recordé que en Discovery Channel recomendaban no hacer movimientos bruscos ante este tipo de situaciones, pero no pude evitar levantar la mano en su dirección en señal de apreciación. El lobo solo me olfateo y retiro su cabeza levemente.

 Y luego me gruño. Vale, la había jodido.

 Hice dos pasos hacia atrás, observándolo cautelosa. Este volvió a gruñir y eche a correr sin pensarlo dos veces. Pude escuchar cómo me seguía y aceleré el paso aterrada. Rogaba internamente que esto fuera un sueño, porque si no, estaba jodida. Corrí sin permitirme frenar ni por un segundo, y pude atisbar un edificio conocido a lo lejos. El instituto. Eso me calmaba, no estaba lejos. Volteé la mirada en busca del lobo quien se estaba acercando, y caí de bruces contra el piso por mi falta de atención. No me detuve a ver mis posibles lastimaduras, si no que me levante sobre mis pies y entre a correr nuevamente hasta aquellas puertas de madera, que nunca pensé, estaría tan feliz de ver.

 Las abrí de golpe encontrándome con un par de estudiantes que se encontraban allí. ¿Qué hacían despiertos a esta hora? Recordé que Freya me había dicho que los vampiros estudiaban de noche, y los mire cuidadosamente mientras caminaba junto a ellos sin tener una dirección concreta. Estos me echaron una mirada desconfiada que decidí ignorar. Giré en un pasillo y en cuanto me encontré fuera de su vista, eché a correr nuevamente. Sabia que el lobo no estaba detrás de mí, pero necesitaba huir, o despertarme, o que alguien me explicara que mierdas estaba ocurriendo. Frene en busca de aire, estaba agotada. No era una chica de deportes exactamente, y aquella carrera me había dejado casi muerta. Levante mi mirada tratando de averiguar en que parte del edificio me encontraba, y suspire aliviada cuando lo reconocí como el ala de las habitaciones masculinas. Camine lentamente hasta llegar al numero cuatro, y me frene frente a la puerta marrón sin saber si golpear o solo volver por donde había venido. No quería molestarlo, pero volver a mi habitación constaba de una caminata extensa hacia el otro lado del colegio, y los vampiros me ponían los pelos de punta. ¿A quién iba a engañar?

 Mi mano dio dos toques en la puerta y me arrepentí de inmediato. Sin embargo, no me fui de allí, si no que me retire el cabello del rostro en una caricia, encontrándolo mojado. Observe mi mano extrañada, era sangre. Mis brazos también tenían unos cuantos arañazos y la rodilla derecha empezó a dolerme de golpe. Es cierto eso que dicen, la adrenalina puede omitir el dolor hasta que vuelves en sí. Lance un suspiro fuerte como si lo hubiera estado guardando desde hace rato, y la puerta se abrió frente a mí, mostrándome a un castaño dormido que me analizo con la mirada.

—¿Qué mierda paso? —su rostro se transformo en uno preocupado en una milésima de segundo, y me hizo entrar a la habitación sin siquiera poder decirle nada.

 La habitación se encontraba igual a como la había visto hace solo un par de días, salvo por el detalle de una muchacha sentada en su cama que me miraba sin entender del todo que estaba ocurriendo. Georgia.

Delirios [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora