Capítulo 29

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"Una y mil veces si fuera necesario"

Las puertas del ministerio se abrieron con un movimiento rápido. Hermione se adentró al edificio sin soltar la mano de su esposa, algunos de los que deambulaban por ahí se detuvieron en seco para contemplar la escena. Casi nadie sabía que la joven castaña estaba casada, mucho menos que Fleur Delacour era su compañera de por vida.

Con paso lento pero firme, Hermione se dirigió a un pasillo que estaba a unos metros. Durante el camino ignoro las miradas curiosas y lujuriosas de los hombres hacia la rubia.

Fleur apretó con delicadeza la mano de la mujer para tranquilizarla.

— No hagas caso de ellos. — Susurro en voz baja.

— Lo sé, pero es que me recordaron tanto a Ronald.

La voz de Hermione se desvaneció al mismo tiempo que llegaban a una sala amplia. Suspiro con alivio al no sentirse más el centro de atención, pero la bruja francesa lo percibió como si fuera a causa de la mención del chico.

— Lo siento. — Dijo Fleur en voz baja, apenas audible.

El ceño de la mujer castaña se arrugo por la confusión. Los ojos marrones se clavaron como imanes el rostro de la Veela buscando una respuesta. Quizás Hermione había escuchado mal.

— ¿Por qué?

Tras una exhalación profunda, Fleur sostuvo la mirada intensa de su esposa.

La culpabilidad se había hecho cargo de su conciencia. Ella era el motivo por el cual los dos amigos se habían distanciado y eso la martirizaba. Ver el rostro desconcertado de Hermione hizo aún más difíciles las cosas.

— Por todo lo que ocurrió conmigo. — Contesto desviando su mirada hacia el suelo impecable. — Sé que la distancia entre Ronald y tu fue por mi culpa.

— Fleur, eso no es verdad. No fue por ti, sino por su propia estupidez. — Explico Hermione sosteniendo su mano aun con firmeza. 

— Sé que quieres protegerme pero no a base de tu infelicidad, Hermione. — Interrumpió la rubia sintiendo cada vez más grande el nudo en la garganta.

— Yo soy feliz. Tu me haces muy feliz.— Replico la joven de cabello rizado colocando su dedo índice bajo la barbilla de Fleur. — Ronald y yo decidimos darnos tiempo. Él es mi amigo pero estoy molesta por lo que hizo. Intencional o no, eso provoco que estuvieras en peligro. Ambos necesitamos reflexionar lo que hicimos. Una amistad como la nuestra no terminara tan fácil...

Los brazos de la castaña rodearon el cuerpo de la mujer francesa con cuidado. El cuerpo de Fleur por un momento se tensó, pero conforme el aroma de Hermione embriagaba sus sentidos todo pensamiento desapareció.

La honestidad clara en la voz de la joven despertó una ola de sentimientos que amenazaban con humedecer los ojos de Fleur. Simplemente el tiempo se estaba encargando de mostrarles el tiempo indicado para dar un paso, tal vez pequeño pero con grandes descubrimientos.

Cuando una figura se posiciono tras el escritorio de la esquina, la pareja se separó lentamente con desgano. Hermione sonrió con timidez y  continuo entrelazando de nuevo su mano con la de Fleur para guiarla hasta la secretaria de Ministro. 

Haciendo caso omiso de la mirada sorprendida e incrédula de la anciana, la castaña aclaro su garganta.

— Buen día, Amelie. — Saludo, ignorando la tensión que empezaba a desarrollarse en el ambiente.

La mujer correspondió al saludo sin dejar de observar a la pareja. Más específicamente sus manos entrelazadas. Hermione sintió el agarre de Fleur apretarse, cuestionando en silencio lo que estaba sucediendo.

She will be lovedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora