Cap.5 "Mi playa favorita".

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Entré en la escuela a paso apresurado. La mochila que colgaba de mi hombro se movía por la fuerza de mis pasos. Respiraba como búfalo mientras doblaba pasillos y esquivaba personas, siguiendo a mi presa.

Atlas no me había dado ninguna explicación luego de lo sucedido ayer. Cuando "reaparecimos" en la tienda, él simplemente dijo que tomáramos otro camino hacia mi casa pero cuando hicimos una cuadra, el pánico lo invadió y tomamos un taxi que me dejó en la puerta de mi casa.

—¿Vas a decirme qué rayos sucedió? ¿Cómo es que volvimos a la tienda si estábamos en la cal...?

—Te lo explicaré cuando encuentre las palabras, pero no ahora.

Y eso fue todo, entré en mi casa y lo vi irse. Quité el dinero de la mochila y lo dejé sobre el escritorio de papá sin poder creer que ese loco estuvo a punto de robármelo pero Atlas lo impidió. Lo golpeó y nos hizo desaparecer. Reaparecimos en la tienda. Jaxon aún estaba allí.

Negué con la cabeza, intentando no desconcentrarme cuando caminé por el último pasillo hacia su casillero. Él lo abrió, dejó unos libros para tomar otros y habló.

—¿Acaso estás siguiéndome? —preguntó para cerrar el casillero, estropeando mi sorpresa—. Llevas tres minutos caminando detrás de mi. —Se apoyó contra el metal y se cruzó de brazos, completamente serio.

—Por supuesto que te estoy siguiendo, genio. Quiero explicaciones, anoche no pude dormir pensando miles de teorías y todas suenan más ilógicas que las otras.

—Zoey, dije que te daría explicaciones cuando pudiese dártelas y aún no puedo —susurró acercándose a mi.

—¿No puedes o no quieres? —pregunté cruzándome de brazos y viéndolo suspirar frustrado—. Atlas, desaparecí y reaparecí en la tienda de música. Donde estaba veinte minutos atrás. Jaxon aún estaba allí. ¿Cómo es que...?

—¿Mañana estás libre? —me interrumpió rascándose la nuca.

—Es sábado —le recordé, dándole a entender que no tenía que ir a la tienda pero tal vez él creía que tenía otros planes—. Si, estoy libre —agregué.

—Pasaré por ti a las diez —dijo pasando por mi lado, dejándome atrás.

—¿Y ahora a dónde vas? —casi grité. Él se volteó para responderme.

—A buscar la forma de explicártelo.

Lo dejé irse y me apoyé bruscamente contra el casillero. Creía que de alguna forma hubo una tele transportación a la tienda. Leí algunos libros de magia negra que decían que pueden provocarse por una descarga de adrenalina. Tal vez eso había sucedido con el robo noche. De cualquier forma, no sabría la verdad hasta mañana.

El día se hizo eterno y las horas parecían durar más de lo normal. Ya sentía que era hora de cenar e irme a dormir pero a penas eran las cuatro y media.

Le conté a mi padre lo que sucedió con el robo en el almuerzo y casi no me deja ir a la tienda. Solo accedió porque le dije que me tomaría un descanso la próxima semana e iría menos horas.

Así que aquí estaba, disfrutando de mi último día de trabajo. Aunque tal vez un respiro no me vendría nada mal. No solo porque extrañaba ir a la casa de Destiny algunas tardes o acompañar a Becky al centro comercial, sino porque temblaba al caminar sola. Cada cuadra que hacía volteaba, sintiendo que tal vez alguien me seguía. Sabía que estaba paranoica, pero había sido un shock muy fuerte. Y lo que sucedió luego... Ni hablar.

Papá llegó a la tienda cuando se hicieron las siete menos diez y dijo que podíamos cerrar unos minutos antes, porque ese ratito hacia diferencia en la luz del día en la ciudad. Caminamos juntos mientras él me preguntaba una vez más como fue posible que ese tipo no nos haya asesinado.

Nosotros ante todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora