Cap.20 "Atrapado en la realidad".

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Manhattan, New York. Marzo, 2011.

Caí al suelo agotado, sudando por la frente y sintiendo la boca seca. Brooke se arrodilló a mi lado y me puso una botella en los labios. La tomé de un solo trago y con fuerza, me senté en su cama.

El cuarto de universidad de Brooke estaba vacío, ya que según ella, era la hora del almuerzo y ninguna se perdía ese rato para no sólo comer sino para observar a los chicos.

—Atlas, esto es en serio. No deberías seguir volviendo a Brown City hasta que no sepas porque estás tan agotado —dijo ella, sobando mi espalda y sentándose a mi lado.

—Estaré bien —mascullé algo ahogado y la escuché gruñir.

—¿Cuándo admitirás que no tienes esto bajo control? ¿Qué no sabes cuándo puede empeorar? Sé que no te parece lo que digo y si, lo digo a pesar de que no se lo que es estar en tus zapatos pero no quiero que nada malo te suceda.

La vi preocupada, cruzándose de brazos mientras me miraba algo triste.

—Vamos Brookie —bromeé pellizcándole la cintura—, soy un Reed. Puedo con esto —mentí, infundiéndole confianza.

—¡Dijiste que no volverías a llamarme así! —se quejó retorciéndose y echándome un mal de ojo.

—Lo siento, la situación lo ameritaba. —Ella negó con la cabeza haciendo una mueca de desaprobación.

Ella tenía razón pero yo también. Y no dejaría de ira Brown City ni de volver a 1993 mientras pueda.

—Es en serio hermano, no lo lleves al limite —pidió dándome un abrazo y un beso en la mejilla.

—Estaré bien —susurré.

On The Floor  de Jennifer López comenzó a sonar en algún lugar de habitación. Ella buscó su celular por todos. Metí mi mano bajo la almohada y lo saqué de allí, vibrando.

—Debe ser alguna de ellas preguntando por mí —dijo riéndose un poco.

—Debiste llevarlo contigo. Nadie sale de la universidad sin su celular —le reproché dejar malas pistas.

—Les dije que tenía rota la pantalla y que si llamaban, no podría contestar.

Brooke también había jugado mucho tiempo a esto de desaparecer. Era difícil al principio tener todo en su lugar. Que nadie nos buscara en casa porque no estábamos allí, que no nos llamaran porque no podríamos contestar. No viajar con ropa que indicara que veníamos del futuro ni mucho menos que nos vieran aparecer o desaparecer.

—Me iré a casa —dije agotado besando su mejilla—. Te escribiré en la semana.

Ella frotó su mano por mi espalda y asintió con la cabeza, saliendo por la puerta. Visualicé mi cuarto y aparecí allí. No sentí la sed grotesca de siempre pero mi nariz comenzó a sangrar mientras mi estomago daba vueltas. Tomé un poco de algodón de mi mochila y me lo coloqué en la nariz.

Bajé las escaleras de la casa para encontrarme a mamá, sentada en la cocina con su laptop frente a ella. Tecleaba energéticamente hasta que me vio.

—Hola hijo —saludó ella—, no te vi llegar. ¿Qué te sucedió en la nariz? —preguntó examinando mi rostro. Caminé hacia ella y besé su mejilla con pereza.

Nosotros ante todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora