Cap.36 "Puedes quedarte aquí".

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Brown City, Michigan. Junio, 1993.

Terminé de vestirme luego de una ducha fría. El calor parecía brotar del suelo y las paredes parecían calentarse cuando ya era las cuatro de la tarde. Dentro de algunas horas debía estar en casa de Wells y no quería atrasarme como siempre. Me peiné el cabello mojado mientras algunas gotas salpicaban mi espejo cuando la puerta cerrada de mi cuarto sonó en tres golpecitos.

Volteé totalmente asustada hacia ella. Asustada porque Becky estaba en la piscina de Sara, papá estaba arreglando las luces de la tienda y mamá en la peluquería. Tomé aire y cuando oí dos golpecitos más suaves. Un ladrón o un asesino no tocaría la puerta. Aún insegura, tomé la botella de vidrio que tenía en la mesita de luz, lista para dársela en la cabeza a quién sea. Con cuidado tomé el picaporte y abrí rápidamente, para tener el factor sorpresa. Pero él no iba a matarme. Bueno, tal vez si, pero no físicamente.

—¿Atlas? —pregunté confundida—. ¿Qué haces aquí?

Sin decir nada, se tiró sobre mi en un abrazo inesperado. Abrí los ojos sin entender demasiado que estaba pasando. El chico sobre mi parecía más grande físicamente y me pregunté cuánto podía cambiar el cuerpo de alguien en una semana. Parpadeé, esperando que me respondiera cuando se alejara de mi. Me moví y así lo hizo.

—Lo siento —dijo negando con la cabeza—, solo necesitaba un abrazo. —Fruncí el ceño sin entender nada. Abrí las manos, demostrando que estaba prepleja.

Tenía el rostro distinto. Se veía agotado, como si no hubiese dormido en una semana. Tenía ojeras y bolsas debajo de los ojos y apenas había peinado su cabello. Estaba usando otro perfume, lo que me pareció extraño. Jamás le había visto esa ropa y parecía que no se afeitaba desde hacía varios días.

—¿Sucede algo? —pregunté confundida negando con la cabeza.

—No, sucedió algo —me corrigió con una sonrisa triste—. Sucedió que tomé malas decisiones y te perdí —susurró tomando mi rostro para dejar un beso en mi frente.

—Atlas, ¿que...

—Tengo que irme —me interrumpió y desapareció, dejándome con la palabra en la boca.

¿Pero qué mierda había sido todo eso? Parpadeé varias veces, cerciorándome de que no haya sido otro sueño o mi imaginación pero aún podía sentir ese perfume que no conocía en el aire. Revoleé los ojos, anotando en mi cabeza que en casa de Wells le preguntaría que mierda fue todo eso y si no quería decirme, Brooke seguro sabría.

Pasé la próxima hora intentando que mi cabello no se inflara por el calor y que mi maquillaje sea algo tranquilo para un viernes por la tarde-noche. Sin darme cuenta, ya tenía que salir porque la casa de Wells era la que más lejos me quedaba de todos.

El clima había cambiado considerablemente en los últimos minutos. El sol ya no brillaba con tanta fuerza y una brisa comenzó a mover algunos árboles. Luego de las primeras cinco cuadras, oí un claxon y volteé para encontrar a Jaxon en su auto y Destiny a su lado. Me saludaron con una sonrisa y él movió su cabeza, indicándome que me subiera. Cinco minutos más tarde, ya estábamos entrando detrás de Wells en su casa.

—Mis padres están fuera de la ciudad y mi hermanito está en la casa de un amigo de la escuela. Técnicamente, volverían esta noche pero al parecer una tormenta se avecina desde la costa oeste y no quisieron tomar un avión.

—No te preocupes. En el peor de los casos, puedo llevar a las chicas con el auto hasta la casa de Scarlett.

—Si, sobre eso... —Wells abrió la boca para decir algo pero Brooke apareció por el pasillo y tirándose sobre mi en un abrazo. Por supuesto no pude evitar pensar que si ella ya estaba aquí, lógicamente su hermano también.

Nosotros ante todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora