Cap.23 "¿Qué? ¿Nadie me va a abrazar?".

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Manhattan, New York. Marzo, 2011.

Mi habitación apareció frente a mi, totalmente oscura. Las lágrimas comenzaron a salir cuando me dejé caer sobre la cama. Apreté mis puños, totalmente enojado con nadie en particular. Tal vez conmigo mismo, tal vez con el destino. Quién sabe. Tomé mi teléfono que estaba sobre mi mesa de luz y rápidamente apreté el botón de inicio.

—Siri, llama a mi hermana —pedí incapaz de buscarla entre mis contactos.

"Llamando a Brooke" respondió Siri mientras abría mi mochila para tomare una botella de agua. Mi hermana contestó con un hola que reconocí fue con la boca llena y supe que había interrumpido su cena.

—Brooke, te necesito —mascullé ahogado. Hasta pude verla borrar su sonrisa y fruncir el ceño, así de tanto la conocía.

—¿Qué pasó? —preguntó preocupada de un segundo a otro.

—Terminé con Zoey —sollocé en el teléfono mientras me acostaba en la cama, planeando quedarme allí los próximos tres días.

—¡¿Qué?! —chilló para ahogarse y comenzar a toser como una desquiciada. Revoleé los ojos y apreté mi almohada contra mi cara, llevándome las lágrimas con ella.

—Fue la primera vez que pude volver a 1993 en tres semanas y no tengo idea cuando voy a poder volver. No quiero dejarla esperando por mi todo un mes o quien sabe, todo un año —expliqué mientras la oía casi morirse para beber agua.

—Hiciste bien. Bueno, debe estar dolida pero entiendo tus motivos. Pero Atlas, no te desenfoques, ¿qué vamos a hacer con Rose? —preguntó totalmente asustada de no volver a verla.

—Tranquila, pasé por su casa antes de ir a la casa de Zoey, le dije que intentaría ir una vez al mes y será cuando vaya contigo —dije tomando un poco de aire, pero la agonía no me dejaba respirar.

—Pero Atlas, prometiste que...

—¡Ya sé lo que prometí! ¡Pero no puedo cumplirlo Brooke, por mucho que yo quiera! —grité frustrado con la situación. Ella se quedó en silencio y supe la cara que estaba haciendo en este momento. —Lo siento, no quise gritarte. Es que me siento muy mal —admití sin ningún tipo de vergüenza.

—Lo sé, tranquilo hermanito. Estarás bien, iré a casa para el fin de semana del Domingo de Resurrección.

—¿No es el doce de abril? Faltan como dos semanas aún —me quejé, queriendo verla ahora.

—Tranquilo enano, estarás bien. Confía en mí. Escucha música o ve a tocar con los chicos, toma tu skate y ve a la pista solo, te ayudará. Llama a Key o yo lo haré por ti —dijo e imaginé una sonrisa reconfortante en su rostro.

—¿Crees que debería hablar con mamá? —pregunté lo que tenía en la cabeza desde hacía varios días pero no me animaba a decir.

—Por supuesto que sí, ella sabrá que decirte —me aconsejó, mientras yo seguía mirando el techo de mi cuarto más pensativo que nunca.

—Está bien —respondí cabizbajo, a pesar de que ella no podía verme, sabía que ambos conocíamos los gestos del otro al hablar.

—Te llamaré mañana para saber cómo estás. Ahora come y descansa. Nada de jugar "Call of duty" sin mi, ¿oíste? —Logró hacerme reír y asentir con la cabeza.

Nosotros ante todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora