Brown City, Michigan. Mayo, 1993.
Tenía que levantarme de la cama. Tenía que ponerme a hacer algo. No había tenido la energía para correr y tampoco tenía que ir a la tienda, así que mi elaborado plan por ahora era mirar mi techo.
Me sentía ofuscada con tantas cosas en la cabeza. Atlas, el cumpleaños de Brooke, la graduación, el futuro. Ni siquiera había pensado que mis diecinueve estaban a solo dos meses. El tiempo estaba pasando muy rápido y quería que se detuviera, al menos unos días.
Tomé una libreta que había en el cajón de mi mesita junto a un bolígrafo y lo coloqué sobre mis piernas para escribir. Ni siquiera iba a pensarlo, no iba a detenerme. Solo iba a explayar lo que sentía. Como es que me levantaba cada mañana, como es que vivía mi rutina. Como es que me dolía su partida.
Incluso de dia lo sentía. La gente suele decir que la agonia suele salir a flote más frecuentemente cuando el reloj avanzó más de las once, cuando estás en tu cama mirando el techo y dando vueltas sin poder dormir. Yo podía sentirlo a toda hora. No importaba a quien tuviera en frente, no importaban las palabras que resonaban en mi cabeza cuando alguien me decía "Todo va a estar bien."
Y podía quizás sentir el susurro como un grito que me aturdía, o sentir un ensordecedor estruendo como una mínima brisa de alguien que no tenía las más pocas intenciones de que yo oyera.
Pero si estaban estas intenciones.
Y todo el tiempo, mi cabeza grita pero mis oídos no quieren entender. Una eterna controversia entre mi cabeza y mi ser.
"¡Es que ya no hay amor!" Es que en realidad tú no tienes amor.
Porque vivimos tratando de encontrar el amor en alguien más, en quien depositamos nuestra confianza, en quien nos abrimos como flores en una dulce primavera. Creyendo que su toque será cálido y delicado, como los rayitos de sol en un prado por la mañana.
Pero cuando nos rompen el corazón, nos cerramos. Nos rompemos. Caemos en la fría y cruda realidad. Nos tiramos por el barranco porque nos mojaron las alas. Nos hundieron hasta el fondo. Nos arrancaron un pedazo de nosotros y lo quebraron frente a nuestros ojos, llevándose consigo una parte nuestra que nunca puede ser recuperada. Si reconstruida, pero no recuperada. Es una pieza invaluable llamada; confianza, tiempo y amor.
Que devastador. Intentamos todo por el amor, por ese hermoso y detestable sentimiento que trae más emociones que cualquier otra cosa. Pero cuando se desmorona, es un temblor. Un gran terremoto destruyendo todo a su paso.
¿No te has sentido así? ¿Han roto tu corazón?
Oh, amante del amor, ¿por qué has dejado que alguien entrara en esa preciosa piedra dentro de tu pecho?
¿Por qué alguien haría eso? A ti. Que tu amas con fuerza, con lujuria y con pasión. Que solo intentas el bien en los otros, que solo das más de lo que recibes.
¿Por qué duele tanto un corazón roto? ¿Por qué se rompe un corazón?
"¡Porque no me ama!"
¿Es que no hay amor?
No hay amor porque estamos acostumbrados a la rutina de que el amor siempre y continuamente proviene de alguien más que no seamos nosotros mismos.
En el momento en el que empezamos a amar a quien vemos todos los días, a quien vestimos frente al espejo, a quien comparte nuestros mismos gustos, a quien duerme con nosotros y a quien vive en nuestra mente, es decir, nosotros mismos en pura alma, el amor compartido aparece.
ESTÁS LEYENDO
Nosotros ante todo
Teen FictionZoey Parker es una adolescente viviendo en 1992 pero todo cambia cuando Atlas Reed aparece. Descubrirá que el chico no solo le atrae, sino también que viene del año 2010 y puede viajar en el tiempo. Él tiene una misión que cumplir y es la razón por...