Brown City, Michigan. Junio, 1993.
El golpe de las puertas del hospital me provocaron un poco de dolor, aunque no se acercaba ni un poco a correr con estos tacones y el vestido, pero en este momento no me importaba nada de eso. Llevaba casi diez minutos corriendo detrás de Brooke cuando salimos de la escuela. Intentó explicarme en el camino hacia casa de Rose que no sabía dónde estaba Atlas y tenía que encontrarlo para llevarlo al hospital. Pero cuando llegamos a casa de Rose, notamos que Brooke no tenía sus llaves.
—Mierda, salí tan rápido que olvidé mis llaves dentro de la casa —se quejó ella dando un pisotón en el suelo.
—Brooke, vamos al hospital. Si Atlas no está en la escuela y no está aquí, tiene que estar allá.
A pesar de su conmoción y nervios, me obedeció. Decidimos caminar rápidamente hacia el hospital y tomaríamos un taxi si lo veíamos, pero no encontramos ninguno. Uno pasó cerca nuestro cuando ya estábamos a una maldita cuadra.
—Por aquí, cuarto B —dijo ella, doblando por el pasillo a la izquierda que nos indicó la recepcionista y pude ver a Atlas, tendido en su asiento—. Atlas —casi le gritó ella.
Él se movió, algo asustado por el grito de su hermana. Cuando vio que se trataba de ella se levantó y la estrechó en sus brazos. Yo aproveché el momento para poner mis manos en mis rodillas, mientras respiraba con dificultad. Mis corridas servían pero no estaba entrenada para hacerlo con zapatos de diez centímetros.
—¿Qué pasó? ¿Dónde estabas? —preguntó Brooke dándole un golpe en el hombro, totalmente enojada.
—Volví a la casa cuando fuiste a buscarme a la escuela —explicó él y ella lo miró confundido.
—¿Cómo sabes que fui por ti? —preguntó negando con la cabeza y Atlas se tambaleó algo mareado. Se dejó caer en el asiento y ambas sostuvimos sus brazos, para que no cayera con tanta fuerza. Ella se sentó a un lado de él y yo al otro.
—Porque volví —susurró agotado—. Volví atrás y vi todo lo que pasó. Intenté cambiarlo. Te juro que estuve diez minutos intentando pero no pude hacer que no bajara las escaleras.
—¿Cuántas veces volviste? —preguntó Brooke alarmada mientras yo miraba de uno a otro, siguiendo la conversación.
—No lo sé. ¿Muchas? —señaló tosiendo un poco.
—No te atrevas a volver a hacer algo así —lo regañó ella y por primera vez los veía como la hermana mayor y el hermano menor siendo reprendido—. ¿Hablaste con el doctor? —Él apenas pudo asentir con la cabeza. —¿Y qué te dijo? —insistió rápidamente.
—Brooke —interrumpí por primera vez llamando su atención—. Creo que es mejor que descanse unos minutos. Le preguntaremos nosotras al médico, ¿si? —intenté convencerla.
Ella volvió a ver a su hermano, un poco transpirado y molido sobre la silla. Su expresión de nervios por el asunto de Rose desapareció un poco y fue reemplazada por una mirada de preocupación hacia Atlas.
—Está bien —susurró ella, acariciándole el cabello mientras él respiraba pesadamente.
—Agua —gimió él y ella se paró rápidamente. Buscando con su mirada algún dispenser, pero no vio nada.
—Buscaré —nos hizo saber para doblar el pasillo y desaparecer de mi vista.
Enfoqué mis ojos en él, mirándolo triste y nerviosa a la vez. Hacia menos de una hora nos estábamos despidiendo con un beso de película y ahora estábamos en el hospital, esperando que Rose no muriera. Él se remojó los labios antes de hablar.
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Nosotros ante todo
Teen FictionZoey Parker es una adolescente viviendo en 1992 pero todo cambia cuando Atlas Reed aparece. Descubrirá que el chico no solo le atrae, sino también que viene del año 2010 y puede viajar en el tiempo. Él tiene una misión que cumplir y es la razón por...