Cap.6 "Cuanto te quiero".

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Cuando llegué a casa el sábado al mediodía, los tres estaban comiendo en la mesa mientras se reían de algo que mamá contaba. Voltearon a verme y se callaron al instante. Papá me preguntó cómo me había ido y respondí que había estado bien, que fuimos a desayunar a un bar en el centro. Pero noté como Becky observó mis jeans con un poco de arena, aún si no dijo nada y me dejó subir las escaleras para cambiarme.

Estuvimos el resto del día en casa debido al mal clima. Mamá preparaba galletas mientras papá nos destrozaba a Becky y a mí en un partido de poker. No podía creer que afuera parecía caerse el mundo en una tormenta cuando unas horas atrás, estaba nadando con el sol brillando sobre mi.

Mamá y papá decidieron ver una película mientras que Becky dijo que iba a necesitar de mi ayuda para acomodar su ropa. Lo que sería normal, porque su ropa era un desastre casi siempre pero hasta ayer que había entrado allí estaba todo en su lugar. Subimos las escaleras y entramos en su cuarto.

—¿Qué? —pregunté sentándome en su cama.

—Que me cuentes de Atlas, aburrida. ¿Por qué tenías arena en los pantalones? ¿Acaso estuvieron en la plaza un día de ventisca?

Los nervios me invadieron al instante pero por supuesto que no iba a decirle nada de esto a Becky. Ella no era racional como yo y se dejaría llevar por la emoción.

—Becky —comencé algo frustrada—, solo estuve en su casa. Su abuela tiene un pequeño patio y me acerqué a observar unas flores.

No sabía si mi hermana iba a tragarse esto o si Rose tenía patio trasero, pero fue lo primero que se me ocurrió. Atlas no me había preparado ninguna excusa para decir.

—Ajá —respondió no muy convencida—. Más te vale que me cuentes cuando algo emocionante pase con ese chico.

—No voy a contarte nada de eso —respondí frunciendo mi nariz con asco—, para eso ya tienes a tus amigas.

—Bueno, bueno. Al menos cuéntame más de él. De dónde es y su familia y esas cosas.

Pasamos unas dos horas hablando. Cuando no me di cuenta, ya no hablábamos de Atlas. Sino de Jaxon y Destiny, de la próxima película que se iba a estrenar y todos hablaban de ella, de las actividades de la escuela. No notamos que se hicieron las ocho de la noche y decidí entrar a bañarme para hacer un poco de tarea y luego dormir. Si, era el sábado por la noche más aburrido. Pero con la mañana que había tenido, no quería más nada.

El clima estuvo mejor el domingo y fue entonces cuando salí de mi shock visual, formulando preguntas que no tendrían respuestas hasta mañana. Quería verlo y seguir hablando sobre esto, aún necesitaba respuestas, pero sabía que no debía presionarlo.

Una parte de mi comenzó a pensar que tal vez Atlas no quería contarme esto y lo hizo porque no le quedó opción. Porque tuvo qué. Porque no iba a dejarnos morir allí y desaparecernos fue la única opción que le quedó.

—Hija. —La voz de mi madre me sacó de mis pensamientos, mientras doblaba la ropa que antes tenía arena y ahora ya estaba limpia, oliendo a flores. —Destiny está aquí.

Bajé las escaleras y le encontré en la sala, parada junto a la puerta.

—Hola —la saludé con abrazo—, ¿qué haces aquí? —pregunté sin entender, porque no habíamos quedado en ningún plan. O al menos, que yo recordara.

Nosotros ante todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora