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CAP. 5. 'ALICIA'

Tocaron la puerta de mi habitación. La misma chica de antes, Alicia, se asomó con una caja entre sus manos.

Traía puesta una ropa distinta a la que la última vez la vi. Esta vez llevaba una camiseta oversized de manga corta que dejaba ver sus pequeños y delgados brazos y unos pantalones de cuadros rojos y negros bastante anchos y parecidos a los de un pijama.

'¿Puedo entrar?' preguntó. Tenía curiosidad por lo que tenía en la caja. Tenía mi nombre encima.

Asentí.

Dejo la caja encima de la cama a mí lado y se echó conmigo. 'Quería subirla yo' dijo subiendo uno de sus hombros y sonriéndome. Esta vez su sonrisa me aportaba mejores vibras de lo que había hecho antes.

'Es una caja con tus cosas del antiguo centro en el que estuviste' respondió. Fruncí el ceño extrañado, no sabía que me las fueran a traer.

Abrí la caja un poco, viendo las cosas por encima. Al ver una foto con ella la volví a cerrar inmediatamente pero era demasiado tarde, Alicia también la había visto.

'¿Tu novia?'

'No' respondí en un tono cortante y frío.

'Es linda' dijo intentando sonar agradable. No era un tema en el que debía de meterse, así que la ignore.

'¿No tenés novia?'

Afirmaba lo que pensaba. Intentaba ligar conmigo y tenía novio o eso parecía, lo cual no me extrañaba. Como en cualquier lugar y más en un centro de menores, la gente solía engañarse entre ellos.

Por eso nunca me gustó mantener nada serio y me gustaba mi relación con Diana por eso mismo. Porque no éramos nada y hacíamos cosas cuando queríamos.

'No' respondí simple y sinceramente. Me atrevería preguntarle a ella si tenía novio pero en verdad, no me importaba.

Ella sonrió. Mire hacia la ventana y vi aquel chico Rodrigo agarrar un par de flores en el jardín y enseñárselas a una chica con el pelo de color negro corto y bastante bajita para el. Parecían pasarlo bien.

Noté como sus manos se posaron sobre mis mejillas y lentamente giraron mi cabeza hacia donde estaba ella quién arrimada a mí se disponía a darme un beso. Sin saber muy bien que hacer, me relaje intentando pensar que no pasaba nada por un par de besos.

Comenzaron por besos lentos y cortos que poco a poco fueron aumentando su intensidad. La chica se abalanzó encima mío haciendo que cayera sobre la cama.

Se quitó la camiseta sin descuido de que estuviera la puerta abierta. 'Nadie suele pasar por aquí' dijo con una media sonrisa y luego volvió a besarme.

Me ayudó a quitarme la camiseta en el acto y bajo por mi abdomen siguiendo una línea de besos hasta llegar a mis pantalones. Los apartó un poco a la altura de mi entrepierna y ella se levantó para quitarse los suyos también.

Fue cuando pude darme cuenta de su extrema delgadez. Sus costillas y claviculas claramente notables. Estaba destrozada, literalmente. Tenía la piel pálida y extrañamente áspera.

Me introdujo dentro de ella y comenzó a moverse despacio mientras estaba encima mío bajando cada vez más sus caderas para que tocaran las mías. Apoyo sus manos encima de mi abdomen y comenzó a moverse de arriba para abajo mientras gemía.

Puso sus manos encima de las mías y las coloco encima de sus caderas mientras gemía con más fuerza. Noté su espalda huesuda con la palma de mis manos y fue incómodo porque aún no podía quitarme de la cabeza a Marina.

La aparte cuando note que me corría. Ella se acostó a mí lado e inmediatamente se puso encima la camiseta. 'Tienes suerte de vivir aquí' dijo.

'¿Por?'

'Porque como no hay nuevos, no hay nadie que suba acá' mencionó. '¿Entonces no tienes novia?'

'No' respondí limpiándome el abdomen. Me volví a subir los pantalones. 

'Tengo que irme' dijo mirando el reloj. 'Luego nos vemos' 

No la despedí, tampoco tenia qué decirla. Me vestí y decidí curiosear un rato la caja. Dentro estaba mi diario de los primeros días, un marco con una foto con mi madre y con mi hermana, el resto del dinero que había ahorrado durante mi estancia en el otro centro (o mejor dicho, la mitad), una manta de color azul que me regalo Soko antes de irme, algunas fotos con mis amigos y otras personas del centro, ropa antigua que nunca use porque se usaba uniforme y por último, mi foto con Marina. 

En el otro centro, todos los cuidadores, guardias y personal sabían de mi relación con Marina. No sabían que me acosaba, simplemente creían que teníamos una buena relación o algo parecido. La gente solía comentarme sobre lo mucho que la ayudaba mentalmente, aunque luego demostrara otras cosas en las pruebas. 

Hablara o no hablara con ella siempre tenia una excusa para no comer y por lo tanto, se mantenía dentro de su enfermedad. La anorexia, había acabado con ella poco a poco y las ultimas veces que la vi... 

Las últimas veces que la vi parecía estar en un estado en el que ya no le quedaba mucho tiempo de vida. Recordar su cuello, tan delicado y frágil que con tocarlo parecía que con cualquier roce se podía romper y recordar como lo apreté de fuerte la última noche en la que permaneció con vida. 

No puedo seguir pensando más en esto, rompí la foto echando los restos en la basura. Salí de la habitación poniéndome encima una chaqueta de color azul antigua que traía. Me quedaba grande, mi cuerpo había cambiado mucho durante esos diast. 

Decidí inspeccionar un poco el centro, caminando por los largos pasillos donde se podía ver a gente. En el otro lado del edificio, se encontraba las habitaciones para la gente que era permanente allí y donde me mudarían probablemente entre esta semana o la próxima. 

Eran varias habitaciones, así que decidí subir las escaleras paseando por los largos pasillos con cada puerta. Todas estaban abiertas y en algunas se podía ver a gente dentro.

En la última planta, al final del pasillo había algo parecido a una pequeña buhardilla, con una puerta y un techo inclinado que indicaba el final del edificio. Me acerque un poco para ver el cielo, parecía ser un lugar relajante y acogedor a diferencia del resto del centro que dejaba de gustarme poco a poco. 

Una figura de color negro sentada en el piso hizo asustarme. Abrí los ojos como platos y di un pequeño salto hacia atrás. 

Era Rodrigo. Tenia los ojos igual de abiertos que yo y una aguja pinchada a la mitad del brazo. Se estaba inyectando heroína por la pequeña cuchara que había dejado como prueba a su lado. 

Tenia las mejillas de color rojo y las venas del brazo marcadas. 

No dije nada, decidí salir por el mismo sitio de donde había venido. 

'¡Eh!' me llamo desde atrás. 

él. | matsquare.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora