CAPÍTULO 1.

290 20 5
                                    

Sonó el despertador. Abrió los ojos con fuerte esfuerzo por culpa de la intensa luz matinal que atravesaba la ventana y miró el reloj; las siete en punto. Se levantó de la cama sin más rodeos; no queria faltar a su primer dia en su nuevo instituto. Fué al baño para lavarse la cara y cepillarse los dientes. Después se vistió; nada muy llamativo: camiseta ajustada de manga larga, unos leggings negros y sus zapatos favoritos. Se peinó y se dirigió hacia las escaleras que llevaban a la planta baja. Todo el salón estaba a oscuras y las ventanas cerradas con las persianas extendidas hacia abajo de tal manera que la luz no se filtrara por ningún lugar de la sala. Se dirigió a la cocina y encendió la luz. Después de desayunar un tazón de leche blanca con cereales se puso el abrigo, cogió la mochila q permanecía colgada de una silla del comedor y se fue. Miró el reloj:  ocho menos cuarto de la mañana. Tenia tiempo, así que decidió ir caminando para que los primeros rayos de luz le dieran en la cara. Las calles de Wolverhampton eran limpias y pulcras y ni un alma pasaba por ellas a esas horas de la mañana. Al menos, en el barrio donde vivia ella. Llegó al instituto; algo viejo pero se conservaba estupendamente. Tragó saliva y entró. Al abrir la puerta se encontró con una multitud de alumnos que caminaban por los pasillos hacia sus respectivas clases, o hacia sus taquillas, algunas algo pintadas por los que ella creía que eran los malotes del instituto. A base de preguntas e indicaciones por parte de algunos estudiantes, llegó al aula donde empezaría la primera clase en ese instituto. Abrió la puerta y se encontró con algo que, en un instituto como el que anunciaban en su página web, no se lo esperaba. Chicos y chicas tirándose bolas de papel desde ambos lados de la clase. Papeles y libretas con papeles sueltos por el suelo. Ella entró de una vez por todas. Entre el jaleo que se había formado ahí pasó desapercibida y se sentó en el primer sitio que vió libre. De repente, una bola de papel le dió en la cabeza. Ella miró hacia el lado izquierdo y se encontró a una chica que hacía señales de perdón hasta que una bola le dió en la barriga y siguió arancando papel de su libreta. Al cabo de unos minutos, se escuchó un grito que retumbó por toda la clase:

- ¡Silencio!- como si fueran robots, todos se callaron y empezaron a sentarse en sus respectivos sitios. El profesor seguía su discurso de buena mañana mientras se dirigía hacia su mesa.-¡Esto deberia darles vergüenza! ¿Cuando han visto ustedes que estudiantes de tercero de secundaria se tiren papeles como si esto fuera la primera guerra mundial? ¡Al acabar la clase, todos los que hayan tirado papeles se quedaran aquí a recoger el aula!  ¿Me han entendido?

Algunos asintieron, otros se quedaron callados y otros daban burla de la cara de enfado del profesor.

Llegó a su mesa y abrió su libro de notas.

-Bien, empecemos. Pasaré lista de alumnos.

El profesor iba leyendo nombres y los alumnos respondían a ellos con un "sí" o un "presente", mientas se levantaban.

-Sarah Brooklyn.

Al oír su nombre, la chica se levantó.

-Presente.

Sin más dilación, se sentó.

Ahí empezó su vida en el instituto Rosewood.

Dark LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora