Aterrados

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El doctor Herbert, caminaba con cautela hacia la habitación de la joven, era momento de ejecutar lo planeado, ahora que Ghostface estaba de su lado, todo debía salir bien. El joven doctor había hurtado las llaves del cuarto y cadenas de ella, sin embargo, uno de los enfermeros lo observaba, el cual fue de inmediato avisarle lo que vio al doctor Williams.

En cuanto el joven castaño arribó al cuarto de Adhara, entró en total silencio atrancando la puerta por dentro, enseguida se apresuró a desencadenar a la chica que yacía en la cama.

- ¡Doctor Herbert! - Exclamó alegre, en tanto la liberó de los grilletes y cadenas, lo abrazó.

Dr. Herbert: Sólo dime Herbert. - se separaron y le sonrió.

- ¿Dónde está Ghostface? -

Dr. Herbert: Pronto vendrá, debía encargarse de un asunto primero... - la chica asintió, al ver la seguridad con la que hablaba.

Con Williams.

Enfermero 3: ¡Doctor! ¡Doctor Williams! - entró apresurado hasta él.

Doctor W: ¿Qué sucede? - le miró.

Enfermero 3: Es Herbert, robó las llaves de la habitación de la chica... Lo vi dirigirse ahí.

Doctor W: Acaba con él. - le entregó un segundo juego de llaves. - Ya no requerimos de su servicio, mátalo. - le sonrió sínicamente.

El asistente tomó un bisturí, para clavarlo sobre la yugular del joven doctor, se encaminó lo más silencioso posible hasta ellos y así no lo notaran, quería tomarlo por sorpresa, un asesinato rápido.

Al llegar, insertó la llave cautelosamente abriendo de golpe la puerta, se encontró a una joven de pie mirando fijamente a la única ventana que daba vista al bosque, no veía a quien él estaba buscando, al parecer se había ido dejando libre a la chica.

Enfermero 3: Así que estás libre... - se acercó - ¿Dónde está el doctor Herbert? - esperaba su respuesta.

- No sé de qué estás hablando. - se giró a verlo.

Enfermero 3: No te hagas la que no sabes, fenómeno, ¡¿Dónde está?! -

Dr. Herbert: ¡Oye tú!, aquí estoy. - el enfermero volteó. - Su nombre es Adhara, no fenómeno.

El enfermero ni si quiera tuvo tiempo de reaccionar, cuando Herbert tomó una pala para asesinarlo, el joven había permanecido oculto esperando el momento adecuado para atacarlo, clavándola en su cuello hasta decapitarlo.

El enfermero ni si quiera tuvo tiempo de reaccionar, cuando Herbert tomó una pala para asesinarlo, el joven había permanecido oculto esperando el momento adecuado para atacarlo, clavándola en su cuello hasta decapitarlo

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Dr. Herbert: Ya estaba harto de que este imbécil estuviera espiándome. - arrojó la pala, tomando el segundo juego de llaves del suelo.

Terroríficas pero bellas pesadillas. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora