Cuando abrió los ojos, la celda estaba tan en penumbra que parpadeó creyendo que ese gesto había sido producto de un sueño, si lo había realizado o si lo realizaría. Ya no distinguía el presente del futuro de sus pesadillas. Movió sus huesudos brazos, lo que causó que las cadenas tintinearan contra el suelo.—Agua —rogó con ganas de llorar. Estaba tan deshidratado que no le quedaban lágrimas—. Por favor.
La puerta de la celda se abrió con un chirrido que estremeció su cuerpo. Entrecerró los ojos ante la violenta luz. En el marco de la puerta se recortó una figura de hombros anchos.
—Por favor —susurró.
—¿Está bien sujeto?
—Sí, Majestad.
Ingresó en la celda y se acercó a él. Lo siguió con la mirada. Sintió un fuerte mareo.
—Agua.
—Tendrás qué beber cuando me sirvas. —Esa voz tronó en su cabeza—. Dime qué he de hacer a continuación y te daré de beber.
No le quedaba otra. Gimió de dolor y se hundió en su mente una vez más.
···
A la mañana siguiente, Magnus se despertó con una resaca demoledora. Estuvo largos minutos tumbado en la cama sin hacer nada salvo mirar el techo mientras se replanteaba todas las decisiones que había tomado la noche anterior. ¿Quién le mandaba beber?
A su mente regresaron todas las imágenes de su escapada a la playa con Alec. Sintió su rostro arder. Lo escondió presionándolo contra la cama y ahogó un quejido avergonzado contra el suave material. Perdió la cuenta de cuántas veces se había avergonzado la noche anterior. ¿Qué pensaría Alec ahora de él? Había vomitado delante de él, se había comportado como un bobo infantil y soñador y había buscado cualquier excusa para tocarlo toda la noche. Se había humillado a sí mismo.
Y, sin embargo, entre el bochorno y la humillación, había otro sentimiento reinando en su pecho. La felicidad. Sonrió contra la almohada sabiendo que nadie lo vería. Qué bien se lo había pasado la noche anterior. La fiesta había sido un desastre, pero la noche mejoró cuando se reencontró con Alec y él le llevó a una aventura. Su piel aún olía a salitre y era capaz de sentir los minúsculos granos de arena incrustados bajo sus uñas.
Se dio la vuelta y suspiró. Aún seguía vistiendo la ropa que le había prestado Alec. Había llegado a la habitación tan agotado y contento que ni siquiera se había preparado para ir a la cama, simplemente se dejó caer contra los almohadones y se había dejado mecer por sus felices pensamientos.
¿Vería a Alec aquel día también?
Saltó de la cama con una sonrisa, ignorando los pinchazos de la resaca en sus sienes, y se internó en el baño. Los sirvientes debieron escuchar sus pisadas porque entraron, hicieron una reverencia y le prepararon la bañera. Le ayudaron a desvestirse. Dos sirvientes intercambiaron una mirada confundida al ver la vestimenta del príncipe. Magnus ocultó su risa y les despachó.
Se sumergió en el agua limpia y, por un momento, recordó cómo había estado solo en el fondo del mar por unos segundos antes de sentir el toque reconfortante de Alec en su piel. Se aseó con rapidez, no queriendo perder más tiempo, y eligió concienzudamente lo que se pondría ese día. Se esmeró en su apariencia y practicó su sonrisa frente al espejo.
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rex aureus « malec
FanficMagnus es el príncipe heredero de Eroda. Toda su vida ha transcurrido tras los muros de palacio, aislado del mundo y sus problemas. Sin embargo, nubes negras de guerra se avistan en el horizonte y Magnus habrá de viajar a un reino vecino en busca d...