Al amanecer del día siguiente, su padre y él se encontraron viajando juntos en un carruaje. El Panteón de los Reyes se encontraba en la dirección contraria a la ciudad. Iban bien escoltados por soldados armados hasta los dientes, pero Magnus no los prestó atención. Estaba ensimismado en sus propios pensamientos y en su propio dolor.Los cumpleaños de Magnus nunca habían sido felices porque la pena de la ausencia de su madre siempre los había empañado. Por su parte, el rey nunca había aprendido a vivir sin su reina y ya nunca lo haría. Simplemente existía y cumplía con su deber.
Magnus se preguntó si él acabaría igual, como una cáscara sólo llena de pena y melancolía.
No hablaron mucho durante el viaje. Ambos lucían demacrados, como dos gotas de agua, pero una más vieja y arrugada que la otra. La guerra no se había detenido, aunque la fiesta de la noche anterior hubiese dado esa sensación. En unos días, el capitán Luke y sus ejércitos volverían al frente de Mesía.
En sus pensamientos pintó la imagen de un par de ojos azules y se sintió culpable al sentirse aliviado porque Alec no pudiese volver a la guerra a causa de su condición. Sabía que Alec odiaba aquella situación, que quería ir a luchar codo con codo con sus camaradas, pero después de lo que Magnus había sentido al recibir aquella carta de Jace en la que le comunicaba que Alec había perecido en batalla, sólo podía sentir alivio y gratitud.
Además, había esperanza para Alec. La noche anterior parecía completamente recuperado. Cuando regresara al palacio, Magnus hablaría con la sanadora y le agradecería por sus servicios. Tal vez le diera unas vacaciones para recompensarla por su trabajo.
—¿Qué tal ayer noche? —preguntó su padre cuando ya estaban cada vez más cerca del mausoleo.
—Me duelen los pies de tanto bailar —bromeó Magnus sin alegría.
El rey asintió y giró el rostro para mirar por la pequeña ventana del carruaje.
—¿Conociste a alguien que te interesara?
Magnus mordió el interior de su mejilla.
—Todos fueron verdaderamente encantadores —concedió Magnus con sinceridad.
—¿Pero?
—Pero me es difícil pensar en matrimonio cuando estamos en guerra. Aunque un matrimonio nos ayudara en ella ahora mismo.
—Te vi bailando repetidas veces con Helen Blackthorn. Una joven encantadora —comentó el rey—. Su familia es una de las más poderosas de Eroda.
—Helen es una amiga.
El rey no dijo nada más. El silencio volvió a ocupar el espacio restante en el carruaje. Magnus decidió imitar a su padre y apreciar el paisaje de campos de trigo y cebada todavía verdes y de árboles a los lados del camino. Sin embargo, su mente comenzó a mostrarle imágenes de la noche anterior. Recordó a Alec sujetando su mano y bailando con él. Acarició dicha mano con la otra y siguió las líneas de vida de manera distraída. Recordó a Alec en el balcón, engullido por las sombras, y, a pesar de ello, brillando como una estrella en la órbita de Magnus. Podía rememorar a la perfección el toque de Alec en su cintura y la manera en la que sus labios se amoldaron a los suyos. Había dejado un regusto a vino en el paladar de Magnus que no había desaparecido por el resto de la noche.
Si no fuera porque aquel día estaba reservado para su madre, Magnus hubiese buscado a Alec nada más despertarse. Pero tenían tiempo. Al día siguiente hablarían.
El carruaje frenó y Magnus desentumió sus piernas antes de seguir a su padre fuera del pequeño compartimento. El imponente monumento de piedra ocultaba al sol de su camino, refrescando el rostro de Magnus con su sombra. Era un enorme edificio de planta circular, de cúpula de media naranja y resistentes muros decorados con frescos de batallas épicas y retratos de sus antepasados. Al templo los acompañaron menos soldados. La mayoría se quedó resguardando la única puerta que había. Avanzaron de una sala a otra y, en la puerta de la que contenía la tumba de su madre, el rey hizo un gesto a los soldados de nuevo. Magnus siguió en silencio a su padre y se quedaron solos en aquella pequeña sala iluminada por la luz que entraba por las pequeñas ventanitas del techo.
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rex aureus « malec
FanfictionMagnus es el príncipe heredero de Eroda. Toda su vida ha transcurrido tras los muros de palacio, aislado del mundo y sus problemas. Sin embargo, nubes negras de guerra se avistan en el horizonte y Magnus habrá de viajar a un reino vecino en busca d...