-Capítulo 18-

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Al otro día desperté en mi cama semidesnuda sintiendo un gran dolor de cabeza, muchos recuerdos de lo que había pasado la noche anterior venían a mi mente como imágenes borrosas

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Al otro día desperté en mi cama semidesnuda sintiendo un gran dolor de cabeza, muchos recuerdos de lo que había pasado la noche anterior venían a mi mente como imágenes borrosas. Quizá no debí dejar que todo se descontrolara. Tapé avergonzada mi cara con las mantas. Un momento... ¿Cómo había llegado a casa? ¿Dónde está mi ropa?.
Comencé a llamar a Gastón que me atendió con voz de dormido.

—¿Sabes qué hora es?— preguntó fastidioso y con voz de dormilón.

—Claro que lo sé— respondí obvia ya que había visto la hora apenas encendí el celular.

—Bien, ¿qué quieres?— comenzó a bostezar.

—¿Me trajiste tú a casa?.

—Claro, sabes que soy muy responsable y no sería capaz de dejarte a tu suerte, y si te preguntas porqué estás semidesnuda es porque al dejarte en tu cuarto comenzó a darte calor, fue algo extraño pero me aseguré de que te durmieras y me fui, ah, pero antes tu abuela me invitó un café con unas donas, realmente me gusta la comida de tu abuela— por mas que no lo viera sabía que estaba sonriendo del otro lado del teléfono.

—Es un alivio— suspiré.

—¿Eh? ¿Por qué?— preguntó emocionado y a la vez confundido.

—Ayer me encontré con Adam, no recuerdo mucho de lo que pasó...

—Mm, solo sé que cuando te encontré estabas llorando sentada en el rincón del salón, nadie te prestaba atención, estaba muy preocupado... Mi mente no dejaba de imaginar cosas, pero finalmente dijiste "Él no me quiso besar" y pues entendí que te habían rechazado— su risa mañanera era muy relajante y contagiosa.

—Soy ridícula, bueno, perdón por molestar, te quiero y gracias.

—No hay de qué linda, soy tu mejor amigo al fin y al cabo— terminó la llamada.

Aún era temprano, no estaba muy cansada, pero sí tenía un ligero dolor de cabeza. Me levanté y fui directo a darme una ducha, necesitaba sacarme este insoportable y asqueroso olor a alcohol y cigarrillo, también sentía el cuerpo un poco pegajoso, quizá por el sudor. ¡Agh, odiaba sentirme sucia!.
Después de la ducha me puse algo cómodo para estar en casa, en toda la semana el restaurante estaría cerrado, estaríamos haciendo entrevistas para contratar nuevo personal así yo no estaría trabajando demasiado en el verano y podría buscar otro empleo con mejor paga. Suspiré y apreté el puente de mi nariz, maldito dolor de cabeza... Busqué una pastilla y fui a desayunar, mi abuela aún no se despertaba.

Me puse los auriculares y al ritmo de la música comencé a preparar algo para comer. Desayuné con tranquilidad, hoy parecía que sería un buen día, el clima era excelente afuera, el dolor poco a poco iba desapareciendo, pasé la mañana mirando videos en YouTube y buscando trabajos en páginas de internet, vi uno muy bueno que llamó demasiado mi atención, era de empleada en un club nocturno, pagaban por hora y solo consistía en ayudar al barman a limpiar, parecía fácil, envié mi solicitud por correo electrónico, ahora solo faltaba que me contactaran ellos.

Almorcé con Mimi entre risas, a veces podíamos llevarnos bien, eramos muy distantes pero sabíamos entre las dos que nos queríamos mucho solo que no eramos de demostrarlo demasiado.

—Iré a patinar y a hacer ejercicio, me ha crecido un poco el vientre y no me agrada mucho...— dije dando palmadas en mi estómago que ya tenía un par de rollitos.

—La vida estresada de universitaria no te deja tiempo, ¿eh?— se burló levantando una ceja, asentí.

—Iremos a acampar con Gastón al lago que hay por aquí cerca, aún no hemos decidido cuando será— ella sonrió y no dijo nada, junté los platos y los lavé, luego fui a mi habitación a prepararme.

Me cambié por unos pantalones cortos, una remera amarilla, mi color favorito, y recogí mi pelo en una cola alta, tomé los patines y en una pequeña mochila puse mis zapatillas para correr.

—¡Me voy!— exclamé saliendo por la puerta, escuché un "Está bien" por parte de Mimi.

En la entrada me puse los patines y salí sin rumbo fijo, eran las tres de la tarde aproximadamente, no había mucha gente dando vueltas o caminando, tal vez porque la mayoría se enfiestó anoche y hoy estarían con resaca. No podía creer que ya habíamos comenzado un nuevo año, espero que no sea uno lleno de sorpresas.

La música sonaba en mis orejas, el sol cálido me daba en la piel, podía sentir una pequeña brisa en la cara, mi pelo se movía al compás de mis piernas, disfrutaba estar sola con mis patines, muchos se quieren comer el mundo, yo quiero recorrerlo, y si es en patines mucho mejor. Sonreí sintiéndome genial, hace mucho que no pasaba tiempo a solas, mi conciencia y yo, recorriendo el mundo en patines, de repente el recuerdo de Adam andando en patines tomado de mi mano para no caerse vino a mi mente, amor en ocho ruedas.

Sin darme cuenta estaba en el parque abandonado en el que pasabamos tiempo el castaño y yo, y para mi sorpresa allí estaba él, en el oxidado columpio mirando fijamente sus manos sumergido en sus pensamientos.

—Buenas tardes rey de las fiestas— lo molesté acercándome.

—Chica café— sonrió de lado y me quedé estática observando aquella sonrisa, hacía tanto tiempo que no observaba una sonrisa tan sincera como la de Adam. Al darse cuenta cambió su expresión y rodó sus ojos —Patines— se limitó a decir observando mis pies.

—¿Puedo sentarme en la otra hamaca?— un pequeño rubor se instaló en mis mejillas.

—Haz lo que quieras, no soy su propietario— habló mirando su celular, mordí mi labio conteniendo las ganas de golpearlo.

Calmate Aylín, tú fuiste quien lo interrumpió creyendo que sería buena idea.

—¿Recuerdas lo que sucedió anoche?— esta vez sí me miró, su expresión era burlona.

—Claro, me siento ridicula por eso— recordando que le supliqué que me besara porque si no moriría, el alcohol terminó controlandome a mí.

—Ajam, deberías, no entiendo como es que aún así te acercaste a mí, cualquier persona en su sano juicio querría esconderse 5 metros bajo tierra—chasqueó su lengua,  bufé y me encogí de hombros.

—Tal vez no tengo tan buen juicio— esto era un poco extraño, me sentía un tanto incómoda junto a él, odiaba esta sensación, nunca fue así estando con él, ¿por qué ahora era distinto?.

Me puse de pie y sin decir nada más me fui de allí, tal vez no debería intentar desenterrar viejos recuerdos, ahora ambos eramos muy diferentes a cuando eramos mas jóvenes, ahora eramos adultos con responsabilidades.

Recorrí la ciudad por media hora hasta llegar a un verde parque con juegos para niños, allí me puse las zapatillas y guardé los patines, comencé a trotar de regreso a casa, a mitad de camino ya estaba madiciendo por haber ido tan lejos de casa, pasé por el viejo parque y Adam aún seguía ahí, en la misma posición, miró en mi dirección con expresión fría, tan fría que logró ponerme la piel de pollo.

¿Qué te sucedió Adam? Acaso... ¿Fui yo quién provocó tu cambio de actitud o sucedió algo más en la capital?, cualquiera que fuera el motivo no debería importarme, ya no soy parte de su vida y él tampoco lo es de la mía, pero aún muy en el fondo de mi ser, espero volver a como eramos antes.

El teléfono en mi bolsillo comienza a vibrar y la música es interrumpida por el tono de llamada, es Gastón.

—¿Te parece que vayamos a acampar el fin de semana que viene? Ya tengo casi todos los preparativos listos.

—Claro, yo también debería preparar mis cosas.

—Bien, el viernes paso a visitarte para poder arreglar mejor las cosas.

—Okey, adiós.

Ir a acampar con amigos, quién lo diría. Solo espero que todo salga bien.

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Instagram: atenea_escritora

Amor en ocho ruedas [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora