-Capítulo 2-

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Una semana después de la salida con aquel castaño me sentía extrañamente bien, y sentía mucha culpa por eso, se supone que debería estar mal por haber perdido a la única persona en la que confiaba, pero, ¿tío Ray quería que yo esté así?, obviament...

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Una semana después de la salida con aquel castaño me sentía extrañamente bien, y sentía mucha culpa por eso, se supone que debería estar mal por haber perdido a la única persona en la que confiaba, pero, ¿tío Ray quería que yo esté así?, obviamente no... ¡Agh! Como me hacía falta una estúpida charla con él, seguramente ahora estariamos en mi cuarto hablando de todas las mujeres que podrían ser sus posibles esposas.

Camino de un lado al otro de la cocina mordiendo nerviosamente mis uñas.

—No creo que debas seguir faltando al colegio otro día más— me sobresalto al escuchar la voz de mi abuela, ella suelta una risa leve, la primera que escucho en tres semanas, los días habían pasado volando —A menos que no quieras conseguir tu título en medicina— se encogió de hombros, la anciana tenía razón, ya llevaba 21 días faltando al colegio.

—Tienes razón... Mimi, ¿puedo hacerte una pregunta?.

—Ya la hiciste muñeca— abrió la heladera para sacar una manzana, rodé los ojos con diversión.

—¿Puedo trabajar en el restaurante?— soltó otra pequeña risa —Es enserio, creo que ya es momento de que tenga mi propio dinero, además, soy muy simpática, divertida, educada y responsable.

—Atender a los clientes es una tarea muy difícil cariño, pero si insistes puedes empezar mañana— di un brinco y abracé a mi abuela con mucha alegría —Pero prometeme que no dejarás la escuela por ninguna razón en el mundo— asentí eufórica y salí de la cocina.

Comenzar a trabajar era una excusa para tener mi mente en otra cosa que no sea pensar en el gran vacío que dejó el tío Ray, y por otro lado tendria dinero para ir a la universidad.

El móvil en mi mesa de luz comienza a vibrar, lo tomo y veo que es una llamada de un número que no tengo agendado, le doy al botón verde que acepta la llamada.

—¿Hola?...

Hola— la voz de Adam suena del otro lado —¿Aylín? Soy Adam.

—¿Cómo conseguiste mi número?— pregunto desconfiada.

Se lo pedí a tu abuelo el otro día...

—¿Y por qué me llamas?.

Bueno, yo, eh... Quería escuchar tu voz— suelta un suspiro, frunzo el ceño confundida.

—¿Solo eso?.

Emm, ¿si?, digo no, quería hablar contigo, ¿qué harás mañana? dudo un poco antes de contestar.

—Estaré ocupada, iré al colegio y después a trabajar.

¿Y cuándo estarás libre?— se oía nervioso.

—No lo sé. Perdona Adam, pero en estos momentos estoy ocupada. Adiós — suspiró del otro lado y pude oir como se daba un golpe y susurraba "idiota".

Amor en ocho ruedas [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora