Tras la terrible perdida de su amado tío, Aylín se sentía terriblemente sola, con la única compañía de sus abuelos quienes ya estaban muy viejos y arrugados como para darle un poco de emoción a su vida.
Dejada por sus padres siendo una recién nacida...
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Iríamos como todos lo fines de semana al mismo club, ya ha pasado alrededor de un mes y medio desde que volví, lo he pasado genial junto a mis viejos amigos de la infancia y adolescencia, he encontrado un hermoso amor de verano, la rubia de linda sonrisa llamada Carla ha sido una buena diversión estas semanas, ella es realmente muy sexy, no es una relación formal porque ninguno quiere eso, por eso lo llamamos amor de verano.
—Creo que el negro me queda mejor que el rojo, ¿qué opinas?— me observa expectante cambiando de una remera a la otra.
—Me gusta mas la amarilla— señalo la prenda que cuelga de una percha en la puerta del gigantesco armario, vuelvo mi vista a mis uñas, debería dejar de morderlas si la ansiedad me sigue consumiendo me quedaré sin uñas.
—Bueno, si es lo que dices, ¿por qué amarilla?— se saca la remera que tiene puesta y empieza a ponerse la que le dije —No mires cerdo— suelto una pequeña risa volviendo mi mirada a las uñas.
—Es mi segundo color favorito— me encojo de hombros restándole importancia, ella se mira en el espejo y sonríe satisfecha —¿Ya nos vamos o qué?— se acerca lentamente y se posiciona encima de mí, la cama hace un pequeño chillido al sentir como ella me empuja dejándome completamente recostado.
Pasa su mano fría por debajo de mi remera, suelto un suspiro a lo que ella ríe, cuándo pienso que va a tocarme debajo del pantalón se detiene y se pone de pié.
—Sí, ya nos vamos— sonríe satisfecha mientras se mira por última vez en el espejo.
—Que fastidio— me quejo y salgo de su habitación escuchando su risa malévola.
Subimos a mi auto y conduje por la ciudad hasta llegar al club, realmente no me gustaba este lugar, era un poco asqueroso, debería buscar algún lugar mejor... Caminamos de la mano entre la pegajosa multitud hasta llegar a la zona "vip" aunque lo unico que tenía de vip era que estaba lejos de las personas porque el resto era lo mismo que la nada. Un ya ebrio Edwin me recibió con los brazos abiertos, los demás del grupo comenzaron a reír.
—Yo tambien te quiero hermano pero ¿cuanto bebiste?— olfateo su ropa y huele a perfume de mujer, este perfume lo conozco —¿Molestaste otra vez a la chica que trabaja en la barra?— pregunto recordado hace dos semanas como Edwin estaba colgado de esa pobre muchacha, debería disculparme con ella porque sé muy bien que Edwin no lo hará.
—¿Por qué la evitas?— balbuceó, fruncí mi ceño confundido.
—No entiendo de qué hablas, ¿por qué mierda no lo cuidan un poco? Siempre tengo que ser yo— me quejo con nuestros amigos mientras ellos ríen —Idiotas— suelto una pequeña risa.
—Es tu turno de ir a pedir los tragos— me avisa Salvador mientras da unas palmadas en mi hombro.
—Pero recién llegamos— intento excusarme, él niega con la cabeza, suspiro —Cuida de Edwin— él toma al pequeñín de los hombros y lo ayuda a tomar asiento en los sillones —Ahora vuelvo— le doy un beso a Carla y bajo las escaleras.