Los hombres llevaron a ambas mujeres a la habitación real, como Hans lo había ordenado. Elsa había sido la primera en despertar, intentando ponerse de pie con todas sus fuerzas, sin obtener resultado. Se sentía debíl, ser fuerte para enfrentar los problemas siempre fue cosa de Anna, y ahora ella se encontraba incociente.
—Anna... —llamó la peliblanca entre susurros— Anna, despierta.
—¡Miren quién despertó!
Elsa se sobresaltó y miró a su lado para encontrarse con el pelirrojo a unos pocos metros de ella, mirando por el gran ventanal de la habitación.
—¡Anna! —continuó llamando a la menor.
La pelirroja comenzó a removerse en su lugar, haciendo que Elsa se sintiera aliviada al saber que su amada se encontraba relativamente bien.
—¿Elsa? —pronunció con dificultad— ¿Es-estás b-bien?
—Basta de ridiculeces. —interrumpió Hans.
Él hizo un movimiento rápido con la cabeza y enseguida uno de los hombres que lo acompañaba tomó a la cobriza para colocarla de rodillas bruscamente frente a Hans.
—¿Qué se siente ser humillada de esta forma, majestad?
Elsa se encontraba del otro lado de la habitación, mirando la escena con completa furia, mientras trataba de liberar sus manos de aquellas esposas que la mantenían tan indefensa. Miró a su alrededor, Hans estaba tan entretenido con humillar a Anna que no le prestaba atención a ella, al igual que los otros dos hombres en la habitación. Tal vez podría escapar de aquellas esposas y detener a Hans, después de todo, solo necesitaba que él se alejara de Anna para saber que ella estaba a salvo. Claro que luego se ocuparía de los otros hombres, los cuales no parecían ser muy inteligentes como para presentar un verdadero problema para ellas.
Elsa comenzó a congelar las esposas lentamente, cuidando no llamar la atención de ninguno de ellos. Miraba en dirección del suelo, tratando de aparentar debilidad. La ojizarca se encontraba tan concentrada que ni siquiera se percató del momento en el que Anna pasó de estar de rollidas a estar tendida en el suelo.
—No se siente bien ser golpeado, ¿cierto, Anna? —escupió con desdén.
—¡Hans, basta! —gritó con furia la princesa.
—Este no es asunto tuyo, cariño.
—N-no... Tú no... —todos miraron al suelo, Anna comenzó a incorporarse con dificultad hasta estar completamente de pie— ¡No vuelvas a llamarla de esa manera!
La pelirroja miró a Hans a los ojos, y con un solo movimiento golpeó a Hans en el estómago, dejándolo sin aire y de rodillas tratando de controlar el dolor. Los hombres en la habitación corrieron hacia la reina, pero el pelirrojo levantó su mano, haciéndolos detenerse.
—Admito que tienes agallas —sonrío—. Supongo que no debí subestimarte y debí colocarte unas esposas.
—¿Qué se siente estar en el suelo ahora, cariño? —dijo entre risas burlonas.
Hans se incorporó.
—Aunque me encantaría seguir jugando, tengo un reino que conquistar. Fue un gusto verte de nuevo, Anna. —la pelirroja bufó harta de la situación— Tranquila, yo cuidaré bien de Elsa.
—¿Qué...?
La ojizarca había logrado liberarse de aquellas esposas, las cuales dejó con cuidado en el suelo. Se percató de un silencio profundo en el lugar, así que levantó la mirada, percatándose de que Hans parecía estar abrazando a la pelirroja. Elsa se encontraba confundida, no sabía lo que pasaba, miró la expresión de Anna, tenía los ojos completamente abiertos, entre una expresión de asombro y temor.
Entonces, pocos segundos después, el silencio de la habitación fue interrumpido por un goteo, Elsa miró a su alrededor, sin encontrar el lugar del que provenía dicho sonido. Volvió su mirada, sólo para encontrar un pequeño charco de sangre a los pies de Anna. La princesa se quedó estática por un momento, subió unos centímetros su mirada, encontrando la mano de Hans sosteniendo lo que parecía ser una daga, la cual se encontraba sumergida en el estómago de la reina.
—El... Els... —la pálida levantó la mirada hasta el rostro de Anna— Elsa. —dejó salir en un suspiro.
Hans dejó salir una corta risa, apartándose de golpe, sacando aquella daga de manera brusca, para ver pocos segundos después a Anna desplomarse en el suelo.
—¡Anna! —gritó de manera desgarradora.
—Llevensela. —ordenó.
La furia recorrió cada rincón del cuerpo de la platino. Apretó su mandíbula con fuerza, y sin pensarlo mucho, se puso de pie golpeando a ambos hombres con sus poderes, dejándolos al otro lado de la habitación de un solo golpe. Elsa caminó un par de pasos hacia los hombres, quienes intentaban alejarse de ella, siendo acorralados en una esquina de la habitación.
El quinto espíritu los miró con una mirada increíblemente vacía, y sin una pizca de misericordia, comenzó a congelar el cuerpo de ambos hombres poco a poco, mientras miraba cómo se retorcían con temor. Mientras sucedía todo esto, Hans se mantenía temeroso en su lugar, sin repuesta de su cuerpo. Simplemente no lograba moverse, y justo cuando reaccionó, Elsa ya se encontraba frente a él, con los cuerpos de aquellos soldados congelados detrás de ella.
Sus miradas eran de terror, parecían haber visto su peor miedo justo antes de morir. Sus miradas, aun luego de haber sido congeladas, reflejaban perfectamente un sentimiento de miedo y dolor puro.
—Hans —él miró a Elsa, ella lo miraba de manera fija, sin ninguna expresión en su rostro—. No creas que seré tan compasiva contigo.
Esas pocas palabras hicieron temblar al pelirrojo en su lugar. Preferiría morir a manos de cualquiera, pero no en manos de Elsa luego de arrebatarle a Anna. Él sabía que Elsa disfrutaría y alargaría cada segundo de sufrimiento.
—¡Elsa! ¡Anna! —la voz de Kristoff se hizo presente al otro lado de la puerta, la cual fue abierta en seguida.
El rubio miró todo a su alrededor, quedando completamente impactado por lo que había sucedido. Miró a Anna tendida en el suelo, con un charco de sangre lo suficientemente grande para pensar que no había llegado a tiempo.
—Ayuda. —susurró con miedo el pelirrojo.
Kristoff se acercó a Elsa, tomando su hombro con cuidado. Ella saltó ante su toque, lanzandolo lejos en un movimiento.
—Elsa. —el rubio se reincorporó— Elsa, escúchame, ¿sí? Déjalo, no vale la pena.
El quinto espíritu parecía no reaccionar ante nada. No planeaba alejarse de Hans, pero tampoco lo atacaba. Parecía que simplemente disfrutaba el ver su expresión de terror.
—Elsa. —la mencionada apartó su mirada, encontrando el hermoso y profundo azul turquesa de aquellos ojos que tanto amaba. Tenían algo distinto. Su brillo se estaba... apagando.
"Las noches de juego se
volverán noches de Elsa y Anna""Mantenerte alejada es
tu especialidad e ir
tras de ti es la mía.""Puedes decirme lo que sea."
"Quiero que sepas
que no fue un error.""Lo normal siempre
me pareció aburrido.""No creo haberte dicho lo
hermosa que luces
con ese vestido antes.""Cuando estoy contigo
mi corazón se siente
tan cálido que a veces
creo que se derretirá.""Solo esperaba mi turno
de mirarte, pero no
parecía llegar.""También te amo."
—Anna...
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𝑭𝒐𝒓 𝑻𝒉𝒆 𝑾𝒉𝒐𝒍𝒆 𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒊𝒕𝒚 ❥ 𝐸𝑙𝑠𝑎𝑛𝑛𝑎.
Fanfiction¿Qué nuevo reto superará Elsa luego de volverse el quinto espíritu? De hecho, no será nada nuevo. Elsa se enfrentará a los sentimientos que lleva tiempo evadiendo y que debe ocultar más que nunca luego del nuevo compromiso de su amada hermana. Todo...