𝑭𝒐𝒓 𝑻𝒉𝒆 𝑾𝒉𝒐𝒍𝒆 𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒊𝒕𝒚 ❥ 𝐸𝑙𝑠𝑎𝑛𝑛𝑎.

❥ 𝕰𝖎𝖌𝖍𝖙𝖍.

—¿Majestad?

Anna giró para encontrarse con Honeymaren acercándose. ¿De dónde había salido?

—Uh, ¿qué haces aquí?

Aunque la cobriza no lo quería admitir, había algo en esa chica que simplemente no terminaba de convencerla. Tal vez era la manera en la que veía a Elsa o tal vez la manera en que hablaban con tanta confianza, como si se conocieran hace años, cuando se conocen hace cinco minutos.

—Elsa... Disculpe... uhm, buscaba a la princesa Elsa, pero veo que se fue.

¿Entonces había visto todo eso?

—Así es. ¿La necesitabas para cumplir algún deber?

La castaña rió, molestando un poco a la reina por su insolencia.

—En realidad, iríamos a dar un paseo por el bosque, pero tal vez después. —la pecosa frunció el ceño desviando su mirada de aquella chica. Saber que ahora Elsa se relacionaba con otras personas mientras la ignoraba completamente, era algo de lo que definitivamente hablarían cuando ella volviera— Majestad... ¿le sucede algo?

—Elsa no suele hacer eso con otras personas. —apretó la mandíbula, tratando de fingir buen humor, algo que había desaparecido desde el momento en que ella llegó.

—Supongo que ahora lo hace debido a su ausencia.

Anna abrió los ojos completamente sorprendida. ¿Quién se creía para decir eso? Contenerse era algo imposible para la reina, pero discutir por eso no era correcto, mucho menos cuando de alguna manera, ella tenía la razón.

—Tal vez debería llevar a Elsa conmigo más seguido.

—Creo que se siente algo... incómoda a su lado.

No podía más, debía poner a esa chica en su lugar. ¿Quién se creía para suponer las emociones de su hermana con tal seguridad?

—Escucha con atención: Tú...

—¡Anna! —un grito a lo lejos hizo que ambas miraran en esa dirección, encontrando a Kristoff corriendo hasta ellas. 

—Kristoff, ¿sucede algo? —preguntó relajándose un poco. El rubio la conocía muy bien como para saber que algo no estaba bien antes de que llegara.

—Debemos ir a comer algo, hace horas que no comes nada. —habló preocupado, tomando la mano de Anna para arrastrarla hasta el campamento Northuldra.

La pelirroja miró por última vez a Honeymaren, miraba en la dirección en la que se había ido Elsa.

¿Qué rondaba por su mente? Anna hubiera dado lo que fuera por averiguarlo.

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Transcurrieron un par de horas para que Elsa volviera hasta el pueblo, pero en cuanto llegó caminó hasta donde se encontraba Honeymaren. Claramente trataba de evitar a Anna, y ella lo entendía a la perfección, pues había sido algo cruel horas antes al culpar a Elsa por los años en los que se ocultó, cuando en realidad sufría mucho más que Anna, viendo a todo el mundo continuar fuera de esas cuatro paredes en las que permanecía, sintiéndose... congelada, y todo por proteger a su pequeña hermana menor.

—Majestad. —llamó Yelena acercándose— Va a anochecer pronto, así que deberíamos pensar cómo dormirán esta noche.

—Cualquier cabaña está bien, Yelena. En realidad, no necesitamos ningún trato especial. —sonrió amablemente.

—Por supuesto, pero todas están ocupadas.