❥ 𝕱𝖎𝖗𝖘𝖙.

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Følelser er aldri et valg.

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"¿Qué sucederá ahora?"

Esa simple pregunta rondaba en la mente de Elsa, atormentando cada centímetro de su ser.

No solo se trataba de que ahora vivía con el pueblo Northuldra, totalmente lejos de su amada hermana. El mayor problema para la albina era la propuesta de matrimonio y la boda que se aproximaba, boda a la que no tenía más opción que asistir.

Había recibido una carta de Anna, donde pedía su ayuda con los preparativos para aquella importante ocasión. Aunque no soportaba la idea de que la menor se uniera en matrimonio con alguien más, no podía negar que Kristoff era perfecto para ella, que las personalidades de ambos encajaban perfectamente entre sí.

Elsa no estaba segura de cuándo comenzó a sentir aquellos incorrectos sentimientos por su hermana. Supuso que tal vez desde el primer momento que la vio en su coronación luego de estar separadas por años, recuerda haber sentido como si miles de flechas atravesaran su corazón cuando pidió su bendición para casarse con aquel príncipe.
Fingir felicidad cuando Kristoff le propuso matrimonio a Anna fue lo más difícil que alguna vez había hecho.

"No puedes sentirte así. Recuerda que es tu hermana"

Esa voz en su conciencia repetía esas palabras cada vez que Anna la abrazaba, tomaba de la mano o simplemente cuando se encontraba cerca de ella. Ni siquiera podía contradecirla, porque verdaderamente era un error.

Todo el mundo pensaría que para una ex-reina, quinto espíritu y por ende una Diosa, podría ser sencillo controlar sus sentimientos o simplemente no tenerlos... Pero no era así. El corazón de la peliblanca pertenecía completamente a su hermana, y no importaba cuánto intentaba borrar ese sentimiento, lo único que conseguía era enamorarse todavía más.

El amor de Elsa era incondicional, y una clara prueba de esto era que, como su hermana se lo pidió, se encontraba en Arendelle, ayudando a Anna para preparar la boda perfecta, la boda de sus sueños; la boda con la persona que amaba, que claramente no era ella.

—¡Elsa! —llamó la pelirroja, sosteniendo telas de distintos colores en sus brazos.

—Lo lamento. —la albina ofreció una sonrisa a su hermana y caminó hasta estar a centímetros de ella.

—¿Te encuentras bien? Estás algo distraída. ¿Todo está bien en el bosque?

Elsa suspiró, mirando a la chica frente a ella con ternura. Siempre amó como Anna podía conocer a la perfección cada sentimiento que estaba experimentando, a excepción de su profundo enamoramiento, el cual no había notado aún.

—Estoy bien, solo... no puedo creer que te casarás.

—Tampoco yo lo creo, pero es muy emocionante. —dijo con una notable emoción en la voz. Sin embargo, Elsa pudo escuchar indecisión en su voz.

Anna depositó las telas a un lado y tomó las manos de Elsa entre las suyas, provocando un leve sonrojo en la platino, que decidió mantenerse cabizbaja, evadiendo la mirada de la menor.

—¿Estás segura de que quieres hacerlo? —cuestionó en un susurro que la pecosa apenas logró escuchar.

—Todo saldrá bien, Elsa. —la mirada de la mayor seguía en el suelo, sin intenciones de cambiarlo— ¿Hay algo que quieras decirme?

"Si dices algo vas a arruinarlo para ambas"

—N-no. Solo que... estoy muy feliz por ti, Anna.

La reina sonrió de lado y soltó las manos de su hermana para alejarse y seguir con los arreglos que hacían falta.

Esa había sido la ultima oportunidad para Elsa, pero siendo realistas, ¿qué esperaba? ¿Ser correspondida por su hermana que estaba apunto de casarse con el hombre que amaba? Ni siquiera fue necesario vivirlo como para saber que definitivamente eso saldría mal.

Día de la boda.

Como era de esperar, el corazón de Elsa estaba destrozado por completo, mientras su rostro reflejaba suma felicidad por su querida hermana. De hecho, Elsa estaba feliz por Anna. Su hermana reía sin parar y hablaba con emoción con todos los invitados que la felicitaban y le deseaban lo mejor, lo que sin duda alguna merecía.

Anna y Kristoff hablaban con los invitados, Olaf estaba completamente entretenido con el pastel y Sven jugaba con Ryder y Honeymaren que también habían asistido. Era el momento perfecto para que Elsa saliera del salón sin tener que mentirle a alguien sobre dónde se dirigía.

El quinto espíritu caminó por los pasillos del castillo sin intensión de llegar a algún lugar, simplemente deseaba caminar y no tener que fingir una sonrisa para no levantar sospechas de su verdadero estado en ese momento.

Era curioso como Elsa trataba de etiquetar ese día como el peor de su vida y siempre terminaba encontrando días igual de malos. Toda su vida había sido un completo desastre, y justo cuando creyó que todo terminaría y todo estaría bien, Kristoff decidió proponerle matrimonio a la persona que tenía su corazón, y lo peor de todo es que ella aceptó sin ninguna duda.

La albina detuvo su andar justo frente a la puerta de su antigua habitación, no la habitación de la reina, sino la habitación en la que permaneció toda su infancia. Abrió la puerta con curiosidad por ver si todo permanecía igual, lo cual fue así. Su habitación siempre se encontraba ordenada, como ahora, pero con hielo recorriendo todas las paredes, aunque ese aire sombrío aún permanecía ahí.

Se acercó hasta la enorme ventana que tenía el lugar. Lo único que la mantuvo cuerda era ver a través del cristal como todos llevaban una vida, imaginando una que nunca podría tener... Una vida normal. Los recuerdos volvieron a su memoria, todos aquellos años encerrada sin posibilidad de ver a su hermana, una decisión que ella misma aceptó sin pensarlo mucho, porque por más que la lastimara, era lo mejor para Anna, justo como ahora. Siempre tendría presente el bienestar de su hermana mucho antes que el suyo, de eso se trataba su vida, ese era su propósito más allá que ser el quinto espíritu.

Lágrimas comenzaron a formarse en los ojos de la platino, mientras recordaba cada momento del día, deseando con todas sus fuerzas estar en el lugar de Kristoff. Elsa daría todo por estar en su lugar al menos un día y mostrar todo su amor por Anna sin tener que disfrazarlo como un simple amor por su linda hermana menor, que la limitaba a solo poder abrazarla y de vez en cuando tomar su mano. Las lágrimas no esperaron más, comenzando a bajar, recorriendo sus mejillas, una tras otra sin detenerse.

¿Sería de esa manera siempre?

¿Viviría con el corazón roto por toda la eternidad?

¿Siempre debía ser infeliz para hacer feliz a la persona que ama?

¿Qué clase de vida era esa?

Tantas preguntas sin respuesta. El corazón de Elsa que alguna vez era solo un pedazo de hielo, se derretía cada vez más ante Anna. El pecado de amar a alguien prohibido la estaba carcomiendo poco a poco, pero ser un monstruo no era algo nuevo para ella y no pensaba dejar de serlo.

𝑭𝒐𝒓 𝑻𝒉𝒆 𝑾𝒉𝒐𝒍𝒆 𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒊𝒕𝒚 ❥ 𝐸𝑙𝑠𝑎𝑛𝑛𝑎.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora