❥ 𝕿𝖜𝖊𝖓𝖙𝖎𝖊𝖙𝖍.

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Elsa había despertado con una sensación de confusión, pues lo último que recordaba era haber acompañado a Anna hasta su despacho. Supuso que se había quedado dormida y que la reina la había llevado hasta su habitación, y el sólo pensar en eso la hizo sonrojarse y sonreír inconscientemente.

Anna no se encontraba a su lado como lo esperaba, así que decidió cumplir con la rutina de las mañanas que tenía cuando habitaba el castillo, para prepararse e ir a verla para tal vez desayunar con ella, si es que aún no lo hacía. Se sentía tan feliz, todo parecía ser tan perfecto, tan perfecto que la aterraba. Toda su vida había sido un desastre, así que era más que claro que tenía razones suficientes para mantenerse alerta cuando todo iba bien.

Sacó todos los pensamientos que tenía en la mente y se dirigió hasta donde supuso que se encontraría su hermana. Al llegar tocó con cuidado, imitando la manera en la que Anna llamaba a la puerta cuando era niña. Se arrepintió un poco después de hacerlo, pues tal vez eso no le traía buenos recuerdos a la menor.

—Adelante.

La albina sonrió para sí misma e ingresó.

—Buen día. —saludó la mayor rodeando el escritorio.

—¿Dormiste bien? —cuestionó la pelirroja mientras se ponía de pie.

—Así es. —respondió— ¿Ya has desayunado?

Anna se acercó hasta la albina, tomándola de la cintura y acercandola a ella, depositando un cálido beso en la comisura de sus labios.

—¿Te gustaría que lo hiciéramos juntas? —susurró al oído de la contraria, algo que la hizo tener un escalofrío en cada parte de su cuerpo.

—Y-yo... Sí. —pasó saliva con dificultad.

—Muy bien.

La cobriza se separó para ordenar a uno de los guardias que se encontraban en el pasillo pedir a Gerda el desayuno, algo que se acató enseguida. Anna ingresó de nuevo a la habitación para encontrar a la peliblanca distraída mirando por una de las ventanas.

La menor se acercó para colocarse a su lado. Elsa la miró de reojo y sonrió al notar que estaba siendo inspeccionada de pies a cabeza por la pecosa que a la vez tenía una enorme sonrisa en el rostro.

—Me encantaría saber lo que pasa por tu mente. —dijo la pálida dejando salir una suave risa al final.

—No creo haberte dicho lo hermosa que luces con ese vestido antes. —habló en voz baja aún apreciando el físico de su acompañante.

Ambas se quedaron en silencio por varios minutos hasta que Gerda llegó con la comida, solo entonces ambas agradecieron y Anna le permitió irse con la orden de informarle a los guardias no dejar pasar a nadie más amenos que fuese sumamente necesario.

—Luce delicioso. —elogió la platino.

Elsa estaba por sentarse en el sofá hasta que fue interrumpida por la menor.

—¿Qué haces? —la contraria levantó una ceja sin saber qué decir— Nuestra madre siempre decía que debemos comer solo en la mesa.

—Pero no hay otra silla.

Anna sonrió y golpeó con suavidad su regazo un par de veces, indicando lo que quería que Elsa hiciera. La ojizarca formó una "o" con sus labios al comprender, e hizo lo pedido con algo de vergüenza. Se acercó hasta la contraria que mantenía una sonrisa victoriosa en el rostro, y se sentó con cuidado en sus piernas, sintiendo segundos después las manos de Anna en su cintura sosteniéndola con firmeza.

Se mantuvieron así por varios minutos. A Anna no parecía molestarle para nada el tener a Elsa sobre ella y a Elsa comenzaba a gustarle esa sensación de protección que Anna le brindaba. Mientras la pelirroja leía algunos papeles y se llevaba grandes porciones de comida a la boca, Elsa se tomaba su tiempo para degustar cada sabor que probaba.

𝑭𝒐𝒓 𝑻𝒉𝒆 𝑾𝒉𝒐𝒍𝒆 𝑬𝒕𝒆𝒓𝒏𝒊𝒕𝒚 ❥ 𝐸𝑙𝑠𝑎𝑛𝑛𝑎.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora