CAPÍTULO 22:"Avances y Retrasos"

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¡Aaaah! ¡Qué molesto, qué molesto! ¡Algún idiota hizo mucho ruido por la noche y costó demasiado dormir!

¡O más que no poder dormir, me desvelé! ¡¿Cómo podían los demás seguir como marmotas?! ¡El suelo está temblando, te digo! ¡Y ojalá fuese solo el suelo! ¡TODO estaba temblando!


Kaminari Denki rueda por la cama del dormitorio masculino de Hufflepuff. Los temblores que llegan a su dormitorios son leves, pero pueden notarse si estás despierto, o tienes un sueño muy ligero.

El caso de Kaminari era el segundo.

Deja salir un suspiro de resignación, terminando por liberar a su almohada del apretón entre sus brazos, en el que intentaba hundir la cara para mitigar el temblor, sin éxito.


De veras... ¿los demás siguen como si nada...?


Desperezándose aun sin quererlo, termina por apartar las sabanas y mantas cálidas para poder alzar la vista, despeinado como está, hacia el resto del dormitorio.

Las camas tapizadas son de una madera muy cálida y acogedora, provistas de mullidos cojines que siempre terminan desperdigados junto a las alfombras de diferentes colores, por el suelo. Una luz de tonos rojizos sin terminar de ser intenso permite ver en la oscuridad, por tornarla de un tono que engañaría a los sentidos haciendo sentir calor aun si se está a baja temperatura -lo cual es de agradecer en esta época de frío apenas tras las vacaciones de navidad-.

Y gracias a eso, Kaminari podía apreciar a sus compañeros de dormitorio: Yuga Aoyama duerme justo en la cama contigua, con una sonrisa en sueños y un antifaz para dormir de purpurina.


Nunca entendí cómo alguien puede usar eso, pero entretiene mucho ver los brillitos del reflejo.


Niega con la cabeza, tratando de despejar ese comentario aleatorio de su mente que no le lleva a nada.

Koji Koda, Rikido Sato, Juzo Honenuki y Manga Fukidashi. Todos ellos estaban durmiendo a pierna suelta. De echo éste último hace salir de su extraña cabeza en forma de nubes unas letras que se desvanecen en el aire.


La última vez que me desvelé, me pasé contando las "z" de Fuki-kun como si fuesen ovejitas. ¡Funcionó!


Pero en este caso, por mucho que tratase de ponerse a ello, solo lograba ganar un tic incómodo en la pierna, balanceándola de lado a lado. No, no estaba para matemáticas ahora. Aunque fuese simplemente contar.


Ah, otro temblor.


Incluso el tono de voz dentro de su cabeza ya era de desgana. No podía ya tomárselo en serio, o siquiera con preocupación. Chasquea la lengua y se dispone a salir de la cama, no sin antes tomar su almohada forrada en una tela calentita de pelusa, abrazándola por completo con ambos brazos.

Avanza casi arrastrando los pies. Y de hecho era lo inteligente, pues es muy fácil tropezar con las cosas del suelo. Al menos así las notas con la punta de los dedos del pie.


Atraviesa con sus gruesos calcetines la moqueta de los pasillos hasta la sala común, usualmente vacía por las noches.

La única forma de que pudiese haber alguien en la sala común tan tarde, tendría que ser por haberse quedado dormido horas antes encima de algún sofá o puff. Pero lo usual es que tus compañeros te lleven en brazos. No es que sea incómodo dormir ahí sin más, en absoluto. ¡Pero la cama era mucho más mullida, si cabe!

Mi Academia Mágica de Héroes: Hogwarts 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora