Momentos familiares

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Estoy comiendo en la cena junto a los Ventura, guardando silencio mientras juego con las arvejas, y mis padrastros hablan y comen con tranquilidad. Después de que la directora nos dejó irnos, Elvira y Sam prácticamente me sacaron de allí en brazos, mirando a todos lados buscando a Sandra, o a Kenneth. Los miraba confundida con lo que estaba pasando, e intentaba zafarme hasta que Sam se giró hacia mí, completamente serio.

-Escucha bien.-me dijo.-A partir de ahora, no vas a ir a ningún lado sola. Si tienes que salir a algún sitio y los señores Ventura no pueden acompañarte, llama a Elvira o a mí. En la escuela Elvira te va acompañar, y yo te llevaré a la escuela y de vuelta a tu casa.

-¿Que...?

-Sam.-dice Elvira, mirando con nerviosismo a la puerta de la cafetería. Allí estaba Kenneth, sonriéndome maliciosamente, con intenciones de acercarse. Sam me sujetó, me cargó en brazos, y Elvira nos acompañó mientras vigilaba los alrededores.

Al final, Sam cumplió lo que dijo, Elvira no se separó de mí el resto del día, e incluso cambió lugar con una compañera para sentarse junto a mí. Sandra no se acercó en todo el día, lo cual agradezco, pero detesto al mismo tiempo. Porque eso significa que estará planeando algo muy duro para vengarse. A la hora de salida, Elvira no se fue, hasta que Sam vino prácticamente corriendo para cambiar papeles. Elvira se fue, y Sam me acompañó a casa. Al llegar a la entrada, se despidió de mí, y se dio la vuelta para irse.

-Sam, espera.-le detuve.-¿Por qué están haciendo esto? ¿Conoces a Kenneth? ¿Es peligroso?
Sam no me respondió al instante, dándome una sensación de escalofríos.

-No, no lo conozco.-me respondió por fin.-¿Tú lo conoces?-negué rotundamente-Eso es lo que nos preocupa a Elvira y a mí. No lo conoces, y él a ti sí. Sabe tu nombre, sabía donde estudias, y quiere algo de ti. No sé qué sea, pero me parece que no es de fiar.-Asentí varias veces. Sam suspiró y se acercó a mí.-Solo queremos protegerte ¿si?-asentí de nuevo, y él me abrazó, dándome un beso en la cabeza.-Todo estará bien.

Asentí de nuevo, devolviéndole el abrazo. Luego de un rato se fue, y yo entré a la casa. Me encontré con Marilyn en la cocina, llena de harina, y con un delantal alrededor de su cintura. Me recibió con una cálida sonrisa.

-¿Estás cansada?-me preguntó.-Me vendría bien una mano.

Le sonreí, y asentí encantada. La ayudé a hacer la cena, hasta que llegó Patrick. Nos sonrió y pesar de estar agotado, se unió a nosotras a hacer la cena. Estos momentos familiares son los que me encantan. Son cortos, pero siento como si estuviera con mis padres de nuevo. No me quejo de lo que tengo, digo, me gustaría tener a mis padres, pero tampoco me quejo de los Ventura, son buenos padres, y de no haber sido por la pérdida de los míos, jamás hubiera conocido a Lucy, una niña hermosa que me encanta tener como hermanita. Y la verdad es, que si Sandra no me recordara todo el tiempo que soy huérfana, mi vida sería perfecta.

-Tara.-me llama Lucy, sacándome de mis recuerdos. La observo.-¿Quieres helado?

Miro mi plato. Ni lo he tocado, y ya es hora del postre. Miro a Lucy, y le sonrío.

-No, gracias Lu.-le digo, llamándola por el sobrenombre que le puse de cariño.-No tengo mucha hambre.

Ella se va a la cocina, y yo me dedico a comerme el plato.

-Pst-Escucho, miro a Lucy, quien se asoma por la cocina.-¿Pasó algo?

La miro un momento, antes de negar con la cabeza, sonriente. Vaya perspicacia.

-No...nada.-le digo. Ella asiente y vuelve a entrar a la cocina.

Al terminar de comer, subo a mi habitación, y me dedico a hacer mis tareas, escuchando <<Rise>> de Katy Perry, con los audífonos. Hasta que recibo un mensaje de Elvira. <<¿Estas para llamada?>>

<<Claro>> le respondo. A los 5 minutos, El me llama y empezamos a hablar.

-¿Cuanto te dio la cinco?-me pregunta, refiriéndose a la tarea de algebra.

-5x-3x al cuadrado+4y-le respondo, mientras realizo el inciso 10. Escucho como Elvira rechina los dientes.-¿Qué pasa?

-¿Cómo te dio eso?-me pregunta. Una frase que dice mucho. El nunca ha sido muy buena en matemática, mucho menos en álgebra, por lo que siempre que estamos haciendo las tareas de estas materias, siempre me pregunta "¿Cuánto te dio? ¿Por qué?"

-¿Dividiste los incisos?-le pregunto

-Si

-¿Sumaste?

-Sí

-¿Restaste?

-mmmmm no, gracias.-dice, mientras escucho el sonido de su borrador contra el papel.

-De nada.-le digo.-¿Y qué te pareció Kenneth?

-Mmmm bueno, ya sabes.-me dice, despreocupada.-...no es para tanto.

Me río a carcajadas.

-¿No es para tanto?-Repito.-El, estabas babeando cuando lo viste.

-No es cierto.-dice ella, haciéndome reír más.-¡Tara, no es cierto!

-seguro.-le digo riéndome.

-Además, sabes que no son mi tipo los chicos de ojos castaños.-me dice Elvira, mientras hago un sonido de afirmación.-¿Y a ti?

-Es guapo.-le reconozco.-No te diré que no. Pero....me da escalofríos.

-también a mí.-me dice.-¿Estás segura que no lo conoces? ¿No te suena nada de nada?

-mm-mm, nada de nada.-le digo.-Un chico tan atractivo la verdad es que no se me olvidaría.

-Mmmm, si, es verdad.-concuerda ella.

Seguimos hablando un rato, hasta que llega el momento de dormirme. Me visto con mi pijama, me envuelvo en mis sábanas, y me duermo.

En mi mente, vuelvo a tener cuatro años, y mis padres están conmigo en un parque de la ciudad. Mi madre me sonríe mientras se recoge el cabello castaño en una coleta, mirándome con sus ojos del mismo color que su cabello. Mi padre me empuja suavemente en un columpio, haciendo sonidos de propulsores, mientras me río sin parar. Luego me carga para ir a casa, mirándome con los ojos miel brillante, mientras le jalo ligeramente el cabello rubio. Estoy feliz con los rasgos que heredé de mis padres, ya que eran los más bonitos. El cabello castaño de mi madre, y los ojos miel brillante de mi padre. Mi madre siempre me decía que los labios rosa pálido finos los heredé de mi abuela, y la nariz larga y curva de mi abuelo. Los tres nos vamos del parque, pero mientras caminamos, yo miro hacia atrás, y me despido de un perro que nos observa irnos, desde la oscuridad.

Me despierto ligeramente, gruñendo un poco por haberme despertado de un sueño tan hermoso, hasta que me percato, que hay una mano sacudiéndome, mientras que otra, está tapándome la boca.


Abro los ojos. Observo a Kenneth observarme encima de mí.

El aullidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora