Temprano en la mañana, Kenneth, Kiara, los gemelos y yo, salimos en busca de Strauss, yendo justamente al territorio de su manada. Karina logró obtener información sobre la ubicación de Strauss, aunque Kenneth no me quiso dar más detalles sobre como la obtuvo, por lo que sospecho que no fue de una forma agradable. Sé que Karina tiene que ser una chica bastante dura y fuerte para tener el puesto de líder de la manada, pero a veces, su sed de sangre y venganza llega a sorprenderme, o incluso a atemorizarme.
Llevamos un día y medio recorriendo los bosques de Brasil sin descanso, corriendo a altas velocidades por un lapso entre dos horas o tres, y caminando hora y media o dos. Kenneth se mantiene dirigiendo la marcha, Kiara va de segunda, Isac va conmigo en el medio, e Isaác va hasta de último. Suspiro mientras me seco el sudor, y me reacomodo la coleta que me hice el día que partimos de la manada. Ahora todos estamos sudorosos, cansados, y sucios. Kiara y yo estamos con el cabello recogido en una coleta despeinada y mal hecha, y por el sudor estamos en camiseta o en sostén y un minishort. Isac está en camiseta mientras que Isaác se decidió por dejarse el pecho desnudo, el único que aún permanece en camisa es Kenneth. Vuelvo a suspirar.
-Tranquila, Julieta.-bromea Isac, dándome un pequeño empujón en el hombro.-Tu Romeo solo está tratando de llegar a nuestro objetivo lo más rápido posible. Después tendrá tiempo para ti.
Le sonrío, pero no le creo. Antes de partir, Karina reunió a toda la manada para que Kenneth seleccionara al grupo que lo acompañaría además de mí ya que yo tenía que ir si o si, y eso no era algo que le agradara a Kenneth. Seleccionó a Kiara y a los gemelos, dejando a los demás partir. Después, Kenneth dijo que nos iríamos en tres días.
-No.-le cortó Karina.-Se irán mañana a primera hora.
-Karina...-habló Kenneth
-No.-le cortó de nuevo esta, mirándolo con frialdad.-Ya hablamos de esto, Kenneth. No podemos esperar más.
-Unos días más no matarán a nadie.-dijo Kenneth, y Karina lo abofeteó. Sentí como Kiara se tensaba de golpe junto a mí, sacando sus zarpas y apretando los dientes con fuerza.
-¡En unos días todos podríamos estar muertos!-gritó Karina.-¡Strauss podría venir a atacarnos mañana y matarnos a todos! ¡De hecho, me estoy arriesgando dejando ir a Tara lejos de la manada cuando no sabemos si Strauss está viniendo hacia acá justo ahora!
-¡Igual estás arriesgándola dejándola morir en una situación suicida!-le respondió Kenneth igual. Nunca lo había escuchado gritar, se escuchaba aterrador.-¡No tiene las fuerzas para ir ahora! ¡Ni la fuerza, ni el poder! ¡Solo es una niña...!
-Basta.-dije de repente, echa una furia. Karina y Kenneth me miraron sorprendidos.-Ya basta.-repetí, acercándome a Kenneth ¿Tan débil me cree? ¿Me ve como alguien que no puede con la carga?.-Me trajiste aquí para luchar contra Strauss, y recuperar la manada de mi padre. Me entrenaste, tú mismo lo viviste, casi te mato...-lo empujé sin poder contenerme, pero sin demasiada fuerza, por lo que solamente lo hago retroceder porque no se lo esperaba.-¡Casi te mato! ¿Y ahora dices que no tengo la fuerza? ¿Ni el poder? Puede que haya sido herida, Kenneth, pero sigo viva...
-Pero si vas ahora, sin recuperarte del todo, morirás...
-Pero si muero, lo haré cumpliendo con lo vine a hacer. Olvidas que para venir aquí, dejé atrás mi antigua vida.-le dije, casi sin poder respirar.-Una vida que me encantaba, a pesar de tener sus altibajos.-Me acerqué, controlando como podía las intensas ganas que sentía de besarlo al acercarme tanto.-Tú...no decides...qué debo hacer. Eso...lo decido yo.-miré a Karina.-Y yo decido, ir a pelear.

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El aullido
FantasyTara Rogers de 14 años de edad vive una vida de adolescente con problemas bastante complicados. Aunque ella vive feliz a pesar de sus problemas junto a sus amigos, siente que su vida no se limita a eso y nada más. Un día, Kenneth Sloan de 17 años ll...